DISCOS
Asunto terminado

Un semestre después de editada la primera mitad, “Gieco Querido: Cantando al León. Volúmen II” completa el tributo que la compañía discográfica Sony BMG le realizó -por medio de algunos artistas de su catálogo- al popular cantautor argentino.
Al igual que el primer disco (y casi obedeciendo a una presunta premisa dictaminada por años y años de compilados homenaje), el resultado es bien diverso; desde la reversión, se abarcan distintos estilos musicales y, en muchos casos, la original no suene cómoda.
La segunda parte comienza con Attaque 77 y su lectura punk de la cumbia “El ángel de la bicicleta”. Quien se hace cargo del micrófono en esta ocasión es el nuevo líder del grupo, Mariano Martínez. ¿Ciro Pertusi? Ausente, pese a que la grabación tiene fecha anterior a la del comunicado que anunció oficialmente la partida del calvo cantante.
A continuación, Andrés Calamaro le agrega ritmo de bolero a una balada de piano: “Sin querer”, una tapada de “Bandidos rurales”, disco editado a principios de 2001. De esta manera, el Salmón continúa reforzando su versátil faceta de “intérprete”. Fabiana Cantilo también acostumbra a cantar canciones de otros y aquí se adueña del súper clásico “En el país de la libertad”.
Las sorpresas vienen desde los lugares menos pensados, aunque no siempre son tan gratas. Por un lado, Abel Pintos deja en la percha su traje de folclorista para calzarse una campera de cuero (dragón estampado en la espalda, incluido) e intenta metalear en “El arrepentido” con la voz impostada al estilo Adrián Barilari. Algo bizarro, sí, casi tanto como Ariel de Los Pibes Chorros, afamado grupo de cumbia villera, quien toma “Los salieris de Charly” y rockea como nunca en su vida.
Aquí también juega Ismael Serrano, ese musicalizador de salas de espera, quién adapta “Cachito, campeón de Corrientes” a su onda de pocas emociones.
El resto del trabajo naufraga por la intrascendencia de versiones tibias. Tales son los casos de las participaciones de Bahiano, Iván Noble y Kevin Johansen, tres que, casualidad o causalidad, también estuvieron en el tributo que la misma corporación le hiciera a Andrés Calamaro en el 2006.
Gracias a su extensa trayectoria, León Gieco, pilar fundamental de nuestra música popular, se ganó merecidamente este reconocimiento de sus colegas. Esa sería la lectura llana del hecho. En cambio, si la desconfianza invade el análisis, surgen “negociados”, “contratos”, “marketing”, “mercado discográfico en problemas” y demás cuestiones que, lamentablemente, están cada día más arraigadas a la música.
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