RESEÑAS
Asado completo

Así como la novia se opone a que el novio la vea antes que se casen, el músico -en el misterio del camarín, lejos todavía del otro cobertor, el telón- no quiere que el público lo vea antes que empiece el recital; en el primer caso, el motivo es supersticioso; en el segundo, la causa es mantener el velo entre artista y público. No correr el telón con antelación de tiempo; no advertir al músico en otra pose que no sea susceptible de fotografía.
Pero hay excepción. La excepción, tal como explicó el profesor Horacio Ruiz, no es la comprobación de la regla; por el contrario, es la encargada de refutarla. El jueves, en La Castorera, Asado Violento ofreció su primer y único recital de 2009. Y, antes que el concierto inicie, Rafael Walger -cantante de la banda, recientemente entrevistado por El Acople– salió del camarín en calzoncillos y, simulando la voz de una azafata española, le recordó al público que no se podía fumar.
Por supuesto, y como de costumbre, no fue esa la única broma de la noche. En sí, las canciones del grupo son un chiste; considerando que cuentan con el sustento de buena música, hay que decir que más bien son un gran chiste.
Asado Violento hizo un repertorio cuyo principal mérito de seguro fue la variedad; hubo funk, metal, rock and roll, cumbia, folklore, reggae, tango, ska, punk y grunge. A veces hasta todo eso junto en un solo tema; bueno, casi.
En el primer tramo del recital, el grupo no dejó de presentarse como de costumbre con “Tranqui” (“Muy buenas noches, ya estamos acá, somos los guachos poronga más potros que hay (…) Tetas marcadas, hechizo en la piel, abdominales rabiosos que saben a miel”), ni de manifestar que quieren ser amigos de Bin Laden, en “Tatoo”.
Hacia la mitad del concierto, Walger introdujo a una sección que, según dijo, es la que mejor los define: “El segmento bala”. En ese entonces, el conjunto hizo un par de baladas; en la primera, relatando las penurias de un hombre cuya mujer no conseguía llegar al orgasmo; en la segunda, imitando a Luis Miguel, sufriendo por un amor que se fue sin dar explicaciones (“Me abandonaste en el olvido y no me diste una razón. No sé si fue porque dejé lleno de pelos el jabón; quizás te molestaba cuando le erraba y salpicaba el inodoro”).
Si el mérito número uno de la noche fue la variedad de estilos, el dos fue una de las canciones por sí sola: “Pega la vuelta”. Un cover del clásico de Pimpinela que incluye referencias a Alfredo Zitarrosa y al maratónico solo de Walter Giardino en “La leyendo del hada y el mago”, en este caso a cargo de Gaspar Benegas, como se sabe guitarrista del Indio Solari y Las Manos de Filippi. Hay que escucharla.
Mientras Walger disertaba sobre las rollingas, opinando que antes eran espectaculares y hoy no tanto, desde el público una mujer gritó: “Soy de Venezuela” y de inmediato agregó “pero no chavista”. El cantante, rápido, comentó: “Ella está con Kiko”. También con ganas de participar, una muchacha cargosa acotaba sin cesar cosas incomprensibles: Walger, directamente, pidió que la retiren. Si bien su orden no fue acotada, un pogo unisex (?) se encargó de ella.
Hacia el final del recital, la banda adoptó una modalidad que bien podría ser imitada por sus colegas: pidió que el público se imaginara que se retiraba, que ellos pedían más canciones y que volvía para darles el gusto. Así, los clásicos bises existieron sólo en la imaginación del público y, sin parate alguno, el grupo hizo las canciones finales, “Marula” y “Carilina”, cover de “Smells like teen spirit” (Nirvana) pero con el relato de un tipo resfriado que necesita y no tiene pañuelos descartables.
Con entradas agotadas, con un calor sofocante y, fundamentalmente, con un repertorio para el aplauso, Asado Violento dio su primer, único y gran recital de 2009. Ojalá que en 2010 la cuestión sea igual pero más frecuente, y con menos calor. Todo depende, según comentaron los músicos durante el concierto, de que se pongan las pilas cuando se juntan a ensayar y conversan así:
-¿Qué tal, todo bien?
-Sí, sí.
-¿Los nenes?
-Bien, bien.
-Che, ¿cuándo tocamos?
-Eh… ¿viste El secreto de sus ojos?
-Sí, Francella la rompe.
-Es un actorazo.
-¿Tenés $ 30?
-Che, ¿cuándo tocamos? Hay que armar un show.
–Eh… ¿tenés $ 100?
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