RESEÑAS
Aquella nochecita

“Baila rocanrol, EL BORDO baila su rocanrol”, corea el público incitando a la banda a que salga a tocar. Un solo grito reúne en La Plata a los fanáticos de este grupo de amigos del colegio que empezó con su sueño -que ahora es el sueño de muchos- hace siete años. Todos los recovecos de El Ayuntamiento están colmados de seguidores fieles llegados de los más diversos puntos de Buenos Aires y del interior del país. Pasadas las 24.30 empieza la magia.
“Arriba con mi corazón, es donde quiero estar”, canta ALE KURZ con toda la fuerza mientras toca la guitarra con la misma potencia. En el escenario, decorado con un gran dibujo de un cofre enterrado y el logo de la banda, los acordes de “Arriba con mi corazón” agrupan a PABLO SPIVAK (bajo), DIEGO KURZ (guitarra), LEO KOHON (armónica), SEBASTIAN NOTTE (saxo), MIGUEL SOIFER (batería y percusión) y a EXEQUIEL “NEGRO” PUGA (percusión). Dos figuras, que también son parte del grupo, siguen el show desde las sombras: MARIANO BOTTI y GABRIEL CANDAL, los managers. Después de algunas partidas y otras incorporaciones, la banda que empezó tocando en un cumpleaños, el sábado llenó El Ayuntamiento.
El pogo que empieza con la canción del primer disco, “Carnaval de las heridas” (2003), y que va a ser una constante en todo el show, se incrementa con “Me da igual”, tema de “Un grito en el viento” (2004). “Solamente quiero rescatarme, esta realidad ya no me hace nada bien”, rockea ALE KURZ en “Mal trago”, al ritmo de las banderas y saltos de la gente.
“Ustedes lo llenaron”, indica en señal de agradecimiento el cantante, para después aclarar que más que cosas para decir, tienen canciones para tocar. Es que no hacen falta palabras: el público hace suyas a viva voz las letras y entra en conexión con la banda a través de una entusiasmada devolución.
Con toda la energía arranca “De vuelta al juego”, que contiene dos preguntas clave: “¿Es este el viaje o es la vida?, ¿a dónde vas cuando te piden más”. Desde el escenario se arenga al público a saltar, aunque no hay persona en el lugar que no vibre con la música de EL BORDO. Sigue el rock con “Soy inmortal”, que en vivo incorpora un pasaje con toques de reggae. Al escuchar “Si entendés que en el sueño no hay pecado, vos sabés que luchando se puede hacer”, la primera frase de “Volando”, el ambiente se deja traspasar por la melódica tranquilidad.
“¿Qué pasa que no cantan?” es la respuesta de ALE KURZ ante los inconvenientes con el sonido de la guitarra después de su caída, demostrando que nada va a detenerlos. Con “Donde voy” regresa la agitación, porque, como dice la canción: “Sin quebrarme, sin pestañar, con los ojos fijos hacia un lugar, yo sigo”. EL BORDO sigue, indestructible. Suena “Tesoro”, un estreno que demuestra que, sean temas clásicos o nuevos, el sonido y la solidez musical arriba del escenario es la misma.
“La misma piel: nos une el rock, esa locura. Por una canción, que hoy es mi canción” dice ”El grito”, el tema que tocan a continuación. Después, viene ”De nada”.
“Esta canción va dedicada a todos los caretas que están diciendo boludeces de las bengalas y del rock. ¡Qué se vayan a la concha de su madre!”, manifiesta ALE KURZ para dar paso al heavy “Escupiendo verdades”. La respuesta del público es clara al corear, como en las marchas que reclaman justicia por la tragedia de República Cromañón: “Escuchenlo, ni las bengalas, ni el rocanrol, a nuestros pibes los mató la corrupción”.
El recital continúa con el tanguero rock “Te devoran”. Las sirenas anuncian que se viene “Chapita” y la banda alienta los saltos, que se dan al ritmo de “el que no salta es un botón” por parte de la gente. Para ilustrar la letra aparecen dos “policías” de camisa, corbata, anteojos negros y gorrita con las siglas PFA tocando los redoblantes. Después, otro tema nuevo para el deleite de los espectadores: “Silbando una ilusión”. Ahí es que un par sacan el panfleto que se había repartido con esa letra de un lado y con un comunicado que hacía referencia al reencuentro después de Cromañón, del otro.
“Sangrando mis heridas, tu dulce rocanrol me va rompiendo en mil pedazos” reza la poderosa “Aquella nochecita”, para después caer en la tranquilidad de “Volviendo el sol”. EL BORDO hace pausa y se va del escenario para regresar con un rock más que pedido: “Quiero ver”.
“Una canción más vieja que EL BORDO”, así presenta ALE KURZ, ya sin remera desde el retorno a las tablas, “Blues de Matanga”, que cuenta la historia de una “una mujer que trabaja los domingos”, para decirlo de alguna manera delicada: “una niña mimada”. Afuera, el frío atraviesa los huesos de los platenses, mientras que en El Ayuntamiento el calor que despierta EL BORDO invade “las sedientas almas que no quieren descansar”, como se escucha en uno de los últimos temas, “Los Perdidos”, un rock más carnavalezco.
Después de anunciar las fechas de recitales de otras bandas, con la alegría de “arrancar a 60 kilómetros de Capital, en la tierra de los Redondos”, como expresa ALE KURZ, viene la despedida con “A mi favor”. Ni la banda ni el público quieren abandonar el show, pero cuando desde el escenario los músicos tiran púas y palillos, es señal de que terminó. Aunque no por mucho tiempo: Córdoba los espera.
Dos horas y veinte temas que pasaron como un flash, como todas las cosas que son buenas. La primera fecha propia del año, después de compartir el escenario en el Baradero Rock, dejó un tendal de euforia en la gente que los sigue desde el comienzo y la nueva que se va sumando a la caravana rocanrolera de EL BORDO.
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