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Anathema: emociones a flor de piel

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Los ingleses regresaron a Buenos Aires para brindar un show realmente impecable, el sábado en el teatro Flores. Una noche de intachable musicalidad.

Siempre decimos que hay muchas bandas que merecen más éxito del que tienen, pero lo de Anathema ya es casi una injusticia. Desde hace unos cuantos años los ingleses están en búsqueda de la canción perfecta y ese camino se acentúa mucho más en las dos últimas placas. Desde el comienzo con las dos partes de «Untouchables» uno entiende que estas son la clase de temas que Coldplay mataría por componer.

Si bien para esta gira la banda sufrió una resstructuración (el tecladista Daniel Cardoso pasó a los parches y un nuevo bajista tomó el lugar de Jamie Cavanagh), no perdió la musicalidad que venía logrando. «The gathering of clouds» suena aún más impresionante en vivo cuando el audio ayuda, poniendo las voces bien adelante para el juego entre los hermanos Cavanagh y Lee Douglas, logrando una especie de pop sinfónico.

20 años atrás nadie hubiese esperado que una de las bandas más oscuras del doom metal terminaría creando música tan luminosa. Lo curioso es que muchos de los fans de esa época no les han dado la espalda cuando deciden ignorar los primeros 7 años de su catálogo (sin dudas los más anclados al metal), sino que ahora también deciden no interpretar material rockero alguno, prácticamente. «Panic», «Empty», «Hope» son clásicos casi inamovibles de otras épocas que hace rato no dicen presente. Hoy por hoy la lista de temas se concentra en las ultimas dos producciones, con algunas intervenciones de viejas canciones que tienen que ver con el espíritu que tienen ahora, como «A natural disaster» o «Deep».

Anathema se ha transformado en una banda de teatros y así lo pide el show, por eso canciones como «Closer» son necesarias para cortar un poco con la onda tan melódica del show y darle un poco de adrenalina. Por suerte los últimos trabajos todavía tienen esas composiciones con dientes apretados y guitarras al frente como «Thin Air» o «The beggining and the end» que ya funcionan como clásicos eternos.

Claramente esto es lo que le interesa al grupo. Uno puede notar como Vincent deja la vida cantando estas últimas canciones y como los solos de Danny están más inspirados que nunca. Y el hecho de que no haya teclados permanentes les da cierta crudeza por momentos, pero no tanto como para que quieran volver a viejas épocas. Lo más cercano a un regalo para viejos fans es un medley del disco «Alterative 4», tal vez el álbum clásico de la banda, con dedicatoria a todos los que fueron parte, que incluye «Shroud of false», «Lost Control», «Destiny» e «Inner Silence» con el agregado de la emotiva «One Last Goodbye». Para el final la única canción que se acerca al formato de rock, «Fragile Dreams», que saca las ganas de todos de saltar un rato.

Anathema es una banda en constante cambio; no es la misma que en el 93,  ni en 1998, ni en 2003, y en unos años no será la que es hoy. Para los puristas de los géneros esto nunca será algo bueno, para los que están más allá de eso, son contemporáneos de una banda que nunca se cansa de buscar nuevos horizontes. Y eso siempre es bueno.

*Fotos por Cristian Seligmann

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azafatodegira.com

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