RESEÑAS

Ahora, lunáticos

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Una gélida bocanada refrigera agitadas y desnudas almas. Ya es medianoche, y el insensible frío se torna insoportable para la superficie epitelial de aquellos desabrigados espectros; pero, por dentro, la cuota calórica ya ha trabajado sus entalpías con velas de pronunciados fuegos y coplas, en una noche de luna acogida por el cielorraso del mítico terreno pugilista. Veo algún hediondo porcino correr por Corrientes, despavorido y amilanado por la espectacularidad del frío y el panorama estrellado que ofrece la teatral avenida.

Traducción: LA VELA PUERCA se presentaba en la primera de sus tres noches de encanto en el legendario Luna Park porteño. De seguro, no había chanchos corriendo, minutos después recuerdo con certidumbre los acontecimientos y salgo de aquel encanto.

”Hola, dejen el saco en mi alcoba y después me siguen, tengo ganas por este momento; hoy será distinto: creo que la cena está servida”; anuncia el enboinado cantante uruguayo en la primera estrofa de “Un Frasco”. Desde mi posición no alcanzo a mirar todo lo que acontece en escena, la percepción auditiva hace todo el trabajo, porque me encuentro en un rincón, rodeado de fotógrafos que esperan una señal para salir disparados como hienas voraces a aprovechar al máximo sus minutos de responsabilidad, restringidos por la organización del evento.

Y así fue como, después de “Alta magia” y “Por dentro”, suena la chicharra y todos nos desplazamos hacia aquel espacio de privilegio, entre las vallas y el escenario. Me dispongo así a disfrutar de mi ostentosa posición por unos pocos temas. Mi compañera acoplense Maia (la verdadera fotógrafa en cuestión) se desespera ante el vértigo de su labor, mientras yo con tranquilidad analizo el nuevo y pegadizo tema “Colabore”, a escasos centímetros del foco dominante del estadio.

Siguen “Claroscuro”, “Escobas” y el hit “De Atar”. SEBASTIAN TEYSERA no puede evitar que el humo del puro que enciende entre hoy en el lunático ambiente; habrá que ingeniárselas entonces para “Zafar” del olor. Este último tema contó con la presencia excluyente del sonido de un violín que andaba dando vueltas por allí.

Como yo ya había vivido de cerca el rol de fotógrafo en el comienzo, me pareció justo que Maia hiciera las veces de cronista por un par de temas mientras yo estaba en medio de la arena movediza del Luna. El tema era el clásico “De tal palo, tal astilla”, y la marca de la joven fotógrafa en mi libreta de anotaciones fue una total, justa, única e irrefutable sentencia periodística que podrá darles una imagen exacta y precisa de lo que dejó el paso de aquella vieja canción: “De tal palo, ¡¡¡mucho pogo!!!”. Gracias por la magia.

Ya normalizada y encarrilada mi tarea, aparece ese tema que “Dice” que no quiere show, quiere brillar, que dice tantas, pero tantas cosas que SEBA, como ya es costumbre, se tiene que acompañar con el papiro de la letra.

“Queremos invitar al vocalista de 11 TIROS, PABLITO”, anuncia el showman antes de tocar “Rebuscado”. “Y ahora que pase el tecladista de NO TE VA GUSTAR -MARCELO- para un tema que hace mucho que no hacemos, y que nunca hicimos así” ; la referencia era para “En el Limbo”, interpretada únicamente por el invitado en teclado, el cantante y las palmas de todos.

Ahora llegaba un bloque de covers que tocaba la banda en sus comienzos y que reeditaba esa noche: ni más ni menos que “No tan Distintos”, de SUMO; “El pan de los ángeles”, de BARRICADA; “Dónde están mis amigos”, de EXTREMODURO; y “Radio Crimen”, de LA POLLA RECORDS.

Viene el cierre. La conexión entre el público y la banda es pasmosa. Entre luces verdes, “Mi Semilla” prende algunos encendedores romanticotes, para darle paso a “Gavilán” y “Por la ciudad”.

El final amargo de aquellos, “El Viejo” y su perro flaco, no podrán opacar la verdadera etapa concluyente de la fiesta, que ahora sí termina con la “Gente” a todo trapo desde abajo.

Sigo pensando… ¿existió un cerdo circulando desenfrenado por Corrientes o nunca lo viví…? Ahora, desde la tranquilidad hogareña, creo que no. Suena ridículo, ¿verdad?
Creo que ya sé qué me aconteció. El golpe escarchado y polar de la salida, sumado al triplete de lapsos horarios vividos naufragando en un lunático ambiente, dieron por resultado alguna que otra alucinación. Por suerte, adentro, yo no zafé del olor.

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