RESEÑAS
Agua en el desierto

Nadie duda de la capacidad de convocatoria de Oasis, pero desde un primer momento el Estadio River Plate sonaba grande para los británicos. Esto, sumado a que el show se anunció con apenas un mes y medio de antelación, influyó para que el Monumental esté solamente a la mitad de su capacidad. Estelares, Mole y Los Tipitos se encargaron de entretener a los primeros fanáticos que se acercaron a Nuñez. La gente no se involucró demasiado, todos esperaban la aparición de los hermanos Gallagher.
Apenas pasadas las nueve se apagaron la luces del estadio y comenzó a sonar “Fuckin’ in the bushes”, tema instrumental que sirvió de apertura para dar paso al clásico “Rock and roll star”. Le siguieron “Lyla” y el primer corte de su nueva placa, “The shock of the lightning”.
La banda se mostró afianzada dentro de su característica “desprolijidad”. La voz del menor de los Gallagher, Liam, sonó a la altura de las circunstancias, tomando distancia de su anterior presentación en Argentina, en donde se lo vio (y escuchó) un poco pasado de copas.
Lamentablemente, la potencia de los ingleses no se traducía en los parlantes. Se notaba que le faltaba una vuelta más al volumen. Esto no impidió que el público delirara con “Cigarettes & alcohol”, o se emocionara con “The masterplan” en la voz de Noel.
Hubo tiempo para escuchar varios temas de su nuevo disco. Sonaron la psicodélica “To be where there’s life”, “Waiting for the rapture”, y la balada compuesta por Liam, “I’m outta time”. La gente se mostró algo fría con las nuevas canciones como si todavía no hubiera podido asimilar este gran álbum, acaso el mejor de Oasis en un buen tiempo. Justamente los viejos temas fueron los puntos más altos del show, ya que en esos casos el feedback con el público era inmediato, “Songbird”, “Slide away” y “Morning glory” formaron parte de una seguidilla demoledora.
Cuando las guitarras dejaban de sonar se sufría la frialdad que caracteriza a la banda. “We don’t have time for this”, dijo Noel Gallagher respondiendo al grito de los fans, lo cual deja de ser una simple anécdota cuando nos damos cuenta que el show apenas dura una hora y media. A pesar de esto, Oasis demuestra su grandeza, y deja contento al público con algo tan simple y genial como “Wonderwall”.
“This is our last song” bromeó Liam antes de “Supersonic”. El resto de la banda regresó unos minutos después para el momento más emotivo de la noche: “Don’t look back in anger”en versión acústica y cantada por Noel, que contó con la ayuda de todo el estadio. “Champagne supernova”, otro temazo de su segundo disco, parecía marcar el final. Sin embargo, quedaría espacio para una más.
“My generation”, el clásico de The Who, había cerrado su presentación en el Campo Argentino de Polo, allá por el 2006. En esta ocasión sería otro cover el que daría por terminado el show: “I am the walrus”, mayor exponente de la psicodelia Beatle en la pluma de Lennon.
Mientras continuaba sonando la guitarra de Noel Gallagher en un eco distorsionado, el público no dejaba de aplaudir por haber presenciado un buen concierto. Aún queda pendiente una consagración con todas las letras para los británicos. Para la próxima visita esperamos un River colmado y una performance de más de 120 minutos.
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