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Adrian Belew: virtuosismo y buen gusto

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El talentoso guitarrista volvió a Buenos Aires para presentarse con su power trío el jueves por la noche en el Teatro Ópera.

A sus 63 años, a Adrian Belew se lo ve cómodo y contento. Tal vez sea una especia de segundo hogar para él, habiendo pasado tanto tiempo aquí cuando King Crimson decidió que Buenos Aires sería la plaza elegida para oficializar ese regreso en 1994 con un sinfín de presentaciones en el Teatro Broadway. O tal vez porque crece su convocatoria en cada una de sus visitas; un Teatro Ópera lleno afirma que el público argentino tiene un afecto especial por el guitarrista.

Después de los íntimos shows de 2010, Belew retorna con su power trío, integrado por Tobias Ralph en la batería y la excelente Julie Slick en el bajo. Pasadas las 20:30 sale el maestro de ceremonias casi como si viniera de trotar en la calle: jogging, remera negra y gorrita; afortunadamente, lejos quedaron los sacos multicolores.

Empezando el concierto de forma solitaria, el hombre se enfrenta con su guitarra al público cantando «Matte Kudasai», de su vieja agrupación. Y si bien King Crimson es la banda donde ha tenido más protagonismo, recordemos que el currículum de este hombre abarca haber tocado con gente como Bowie y Frank Zappa y bandas como Talking Heads y Nine Inch Nails, pero sin duda fue en el Rey Carmesí donde se ve la verdadera esencia del músico y que se expande a la hora de ejecutar obras solistas como «Madness» o «Writing on the wall».

La banda es un trío poderoso en serio, ofreciendo una especie de funk progresivo, metálico y espacial que te pasa por arriba. Tobias Ralph es el baterista preciso que imponiendo presencia y sabiduría por sobre potencia. Julie Slick deja a todos boquiabiertos, tocando su bajo con púa como si fuera una guitarra, mostrando un dominio realmente envidiable de su instrumento; lejos de permanecer en el fondo ayudando con las bases, lo suyo es destacado.

Y bueno, qué decir del hombre principal: un hombre virtuoso que viene de un costado más artístico donde el objetivo no es mostrar cuánto sabe tocar, sino cómo aplica lo que sabe tocar. Eso se ve en canciones como «Dinosaur» (que confesó haber escrito en Buenos Aires) o «Frame by frame», de su vieja banda, donde se necesita mucha habilidad y un preciso juego con loops y pedales para que tres personas reproduzcan lo que antes lo hacían seis.

Lejos de la pomposidad que podría tener el rock progresivo, la cosa se lleva a un terreno más físico, con la gente abandonando sus butacas, yendo al frente de la sala y bailando al ritmo de «Thela Hun Ginjeet», último tema de la noche. Belew se va no sin antes prometer volver con el Crimson Projeckt, banda que reúne a este trío y a ex miembros de aquella agrupación. Por lo visto esta noche, nadie osará perderse esa próxima presentación.

*Foto por Facundo Llano

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