
ENTREVISTAS
Acorazado Potemkin: «Hacemos rock, con R fuerte»
“Es solo una cuestión de actitud”, cantaba Fito Páez cayendo en un cliché, aunque en los clichés hay verdad. Acorazado Potemkin rompió con muchas ideas y preconceptos de lo que tiene que ser el rock en épocas de madurez; un supergrupo con miembros de Pequeña Orquesta Reincidentes, Valle de Muñecas y Don Cornelio que no funciona como tal. Es un grupo nuevo que tiene cosas para decir. En un bar de Flores nos encontramos con Juan Pablo Fernández (voz y guitarra) y Luciano “Lulo” Esain (batería) para hablar sobre la corta y al mismo tiempo larga trayectoria del grupo y lo que conlleva ser músico y hacerse cargo de ello.
Tiene esta fecha el 11 por delante. ¿Es una despedida de “Remolino”? ¿Ya hay temas nuevos?
Juan: No, fue un buen disco y no lo vamos a dejar ir así nomás. Tenemos un plan, que esperamos poder cumplir. Si trabajamos el material y nos encontramos con un disco, no veo porqué no sacarlo este año. Pero falta todavía.
Se toman su tiempo para componer y arreglar todo…
Lulo: Y más o menos, porque tomarnos nuestro tiempo sería parar de tocar, ensayar solo temas nuevos, que fue un poco lo que hicimos después de “Mugre”, que lo tocamos alrededor de tres años.
Juan: Hay más para elegir ahora. Seguro “Remolino” lo tocamos entero en este show, con algunas cosas de “Mugre” y otras novedades también.
No sé si lo ven así ustedes, pero desde afuera hay como una ansiedad por nuevo material de la banda. Como que la gente quiere más…
Juan: Eso está bueno, es una linda presión. Nosotros también tenemos mucho entusiasmo de eso, pero tenemos que ser fríos porque queremos que salga bien. No solo por la plata sino también por la energía, la concentración de la banda, dejar de tocar un tiempo. Eso lo vamos a hacer y siempre lo hacemos.
Lulo: También pasa que vos te rompes por hacer el disco y siempre aparece un “malalechismo” como “Está bien, pero es más de lo mismo…”. Es algo que puede pasar, entonces no queremos hacer algo apurado o atolondrado. Al momento de armar las canciones todo tiene que tener su espacio y eso mismo lo vamos generando en los ensayos.
Juan: Es muy importante que cada uno marque sus tiempos. Está buenísimo tocar seguido, que la gente te vea, pero tampoco podés tocar todos los meses. Se satura uno, la gente, empezás a no llenar los lugares. Es bueno darle tiempo a cada cosa. Hay bandas que dan adelantos por las redes de lo que están haciendo, el “work in progress”. Nosotros somos más anticuados en ese sentido. El disco es el disco, resultado de un momento especifico, de lo que te pasa. Nos gusta que tenga un peso. No vamos a hacer nada que no nos convenza.
Además, creo que sus discos tienen varias lecturas. Por ahí lo dejás, después lo retomas y es algo nuevo. Lo último que me pasó fue que lo escuchaba como un disco conceptual sobre el remolino de emociones de una relación…
Juan: ¿La tapa de “Remolino” qué es?
Una habitación vacía…
Juan: Bueno, ahí está. Son dos conceptos distintos el de la canción y el de la tapa. Son dos formas distintas de entender… A partir de la canción armamos el concepto que se sostiene con la tapa del disco. Después hay cosas metafóricas o más literales como lo del río Carcaraña, un río difícil donde no te podés meter. “Pintura interior” también podría ser la tapa del disco.
Lulo: Claro, viste que en la tapa del disco está la casa sin mudanza. Sacás el disco y se arman las paredes, tenés el piso. Y en el medio está el disco, que sería el remolino.
¿Pero ese concepto es una casualidad o fue algo buscado?
Juan: Estábamos en el estudio de grabación y teníamos la idea de “Rincón”, pero no nos gustaba como título, parecía algo tanguero. Entonces estábamos ahí y de repente se armó un remolino de viento, además la canción ya estaba, entonces se cargó de otro sentido. Pero bueno, eso que te pasó es lindo que pase.
Lulo: Sí, además no todos hablan de las varias lecturas que puede tener el disco.
Incluso está en esta cosa de que Fede y vos hablan de lo mismo desde diferentes puntos. Por ahí Fede desde un lado más urgente, más a flor de piel y las tuyas vienen desde más adentro.
Juan: Sí, yo creo eso. Hay como más distancia.
Pero además me gusta que ustedes tienen como un camino inverso. Por ahí se hicieron conocidos por música que se salía un poco de la convencionalidad del rock y ahora son un trio al palo.
Juan: No sé si tanto porque al principio de Reincidentes la música tenía mucho peso, éramos casi dark. Fede venía de Don Cornelio además y los primeros discos de Los Visitantes eran muy rockeros. Yo igual siempre reivindico, aún en su faceta más acústica, el costado rockero de la Pequeña Orquesta. El rock era una gran coartada y el punk rock ni hablar. Sí es cierto que, por ejemplo, Fede no tocaba el bajo eléctrico hacía casi diez años y que para el final de Reincidentes nos habíamos sumergido en esto de la world music y Kusturica que siempre nos decían y yo odiaba. Prefería que nos comparen con los Decadentes, a los que reivindico con honores (risas). Pero por ahí Fede y yo volvimos a una forma muy primal de componer, con la guitarra y llevar el tema a la sala en crudísimo, que por ahí no tendríamos que hacerlo debido a la experiencia y todo eso, pero a nosotros nos gusta.
Lulo: Además pensaba un poco cuando empezamos a tocar… Yo tengo esa cosa de batero de rock, y hay pocos que llegan a nuestra edad con ganas de tocar rock fuerte. Pensaba en Divididos, que siempre que cambió de batero fue por alguien más joven. Si hablamos de rock con R fuerte (risas) Porque sino hay bandas que se camuflan como rock como Maná. Y te dicen “no sabés cómo toca el batero de Maná”. ¡Pero el tipo no toca rock! O sino empiezan a experimentar con máquinas y ruiditos. Y yo como que encajé en lo que ellos estaban buscando.
Siempre me pareció desde afuera que vos, Lulo, sos el motor de la banda. Que según cómo estés vos es el termómetro de cómo va a ser el show. Porque incluso en vivo son mucho más crudos…
Juan: Y eso está bien. Habla bien de todos. Porque en los discos, Gustavo (Semmartin) y Manza han sabido captar eso, pero nosotros nos guardamos como una carta para el vivo.
Y bueno, a raíz de eso creo que consiguieron un público de rock grande o adulto que estaba desamparado de un rock de guitarras fuertes.
Lulo: Yo creo que hay mucha gente que los siguen a ellos desde antes que estaban descreídos del rock. Y ahora como que volvieron a querer escuchar rock.
Juan: Capaz el rock es así y no tiene que ser algo juvenil. Pero en algún punto el rock sigue siendo un movimiento muy lindo que conlleva las ganas de ser músico, de hacer música, de comunicarse con músicos, de tocarla en vivo.
Lulo: Además el rock tiene esa cosa de espontaneidad. Ahora vinieron los Stones y tienen 70 años y son una banda de rock, nadie lo duda. El rock es una forma de encarar las canciones, ya no importa qué edad tengas. Entonces pasa más por ahí. Había un periodista que se llamaba Carducci que decía que el rock acontece en el momento de la ejecución. En ese momento el rock está pasando.
Juan: La dimensión física del rock. Cuando nos preguntás por las letras, la poesía, las cuestiones técnicas… Hay una dimensión física del rock a la cual no renunciamos, nos preocupa como un hecho. Que también tiene que ver con el lugar; si suena bien, si la gente está cómoda, si puede tomarse algo o fumar. Nuestra idea de rock encierra todos esos espacios, no solo el de la canción.
Pero incluso viéndote ahora sobre el escenario, parecés más joven que hace diez cuando te vestías de traje, usabas barba y era algo todo más solemne.
Juan: Sí, bueno, ahora me voy a teñir de rubio, hacer rulos. (risas). Pasa que ahora conecté con una forma de hacer rock que yo entendía cuando era chico. Ahora hay un impulso mayor, llevo el tema, soy el guitarrista, tengo que llevarlo adelante, tengo que cantarlo. Hay un empuje que es muy personal y capaz eso se liga con lo más juvenil.
¿Y cómo funciona eso a la hora de llevarlo a la sala? ¿Se puede generar alguna fricción a la hora de elegir qué temas van y cuáles no?
Juan: Lo que nosotros hacemos, que no sé si está bien o está mal en comparación a otra gente pero a nosotros nos funciona, es que no llevamos 30 temas antes de hacer un disco. Tenemos un tema y lo damos vuelta y lo laburamos hasta que nos guste. Y llega un momento en que no importa si el tema es de Fede o mío; ya venís trabajando hace siete meses en el tema y ya está. Además, entre nosotros siempre nos sugerimos cosas: yo le digo a Lulo algo sobre la batería, él me tira un acorde…
Lulo: A mí me pasa que me gusta meterme en el tema, me gusta saber los acordes, saber lo que están tocando los demás. Estar atento, que no te chupe un huevo lo que están haciendo. Así circula la conversación en la sala de ensayo. Es muy divertido.
Juan: Es muy lindo ese momento, donde recién estás empezando a componer canciones para el próximo disco; donde traés una y ya querés hacer otra y otra…
¿Y les pasa que por ahí están metidos en la composición del disco nuevo y tienen un show, y tienen que ensayar temas viejos y están con la cabeza en lo nuevo? Decías que, por ejemplo, “Mugre” lo tocaron tres años y lo siguen tocando. Por ahí ya no tenés más ganas de tocar esos temas…
Juan: Yo creo que todo ese trabajo que hay para que un tema quede, hace que cada tema tenga algo de los tres y sea importante. No es que decimos “no, ese tema lo hicimos re mamados y quedó” (risas). Eso no existe. Cada canción tiene un laburo en las letras, en los coros, en los arreglos. No están por estar.
Lulo: Todos los temas tienen algo que cuando los tocás te remiten a ese momento donde se te ocurrió. Hoy ensayábamos “Smiley ghost” por ejemplo y como que volvés a ese momento fundacional y te acordás de cómo fue saliendo el tema. Mientras la canción tenga eso y no sea una obligación tocarla, está viva. Está buenísimo.
Hablando de la línea de pensamiento que tienen los tres, de ir alineados, Acorazado es como una banda de convicción política también. Por ahí no desde las letras, pero sí desde actitudes.
Juan: Lo veo más como algo cooperativo, solidario, en red. Todo eso va en contra de cierta política. Tenemos un proyecto colectivo y nos bancamos entre nosotros. De ir a un lugar y que cobremos todos lo mismo, por ejemplo. De que nos inviten de un Festipulenta o los chicos de Pez e ir con los ojos cerrados porque ya sabemos cómo va a ser la cosa. Hemos tocado en Chaco, lugares donde el tipo que te lleva te da su cama. No me puedo poner en estrella…
Lulo: ¿Dónde están los Kiwys? (risas)
Juan: Arreglar que la banda tenga su honorario, su pasaje, que no viajemos en el colectivo lechero que para en todos lados… Los productores de Paraná, de Bahía Blanca, son gente que ha puesto plata de su bolsillo para que nosotros vayamos. El primer paso es un piedrazo, el segundo es política. La política de la banda de relacionarse con diferentes factores y con los músicos también. Yo voy a tocar allá y vos venís después.
Lulo: Ahora invitamos a Mostruo a tocar porque ellos nos invitaron a un fechón en La Plata. ¡Hay una movida en La Plata! Las bandas llevan mil personas, loco. Ahora podemos hacer nuestras fechas solos, pero empezamos yendo con Mostruo, Norma, Guacho…
Además, ustedes, al no pertenecer a una escena, pueden tocar con cualquiera. Tocan con Pez, con Poseidótica, con Mostruo…
Juan: Es como te digo, siempre hay gente como los chicos de Scatter, los del Festipulenta, gente que se arriesga un montón y a nosotros nos ayudan. Ahí es donde aparece la convicción de las cosas. Gente como Pez, Flopa, Valle de Muñecas. Gente que hace cosas fuera de la pauta publicitaria. Hay cosas muy interesantes y gente que está haciendo estas cosas. Con Reincidentes luchamos mucho por no estar en la cola de espera de los grandes festivales, esperando a ver cuándo hay un lugar. Eso termina siendo político, mas allá de tocar en un festival solidario o a favor de un candidato. El compromiso político más fuerte de la banda tiene que ver con eso, con generar estrategias y reglas de juego nuevas.
Lulo: Las bandas de ahora como que bancamos más la cosa nueva que lo que hace el rock establecido. De hecho, los grandes del rock siguen hablando mal de las cosas nuevas…
Juan: Es duro porque el rock debería mirar hacia adelante. Yo no sé si será por un tema de intimidación o desinterés. Spinetta no era así, por ejemplo. Siempre apoyó lo nuevo. La idea de estar siempre donde ebullía la cosa. Además, existe la necesidad de que haya algo que te cuestione, entonces en ese sentido conviene estar cerca de los que hacen las preguntas.
Rosso hace poco dijo que estamos en una nueva era de oro del rock argentino…
Juan: Rosso lo explica muy bien. Uno lo puede explicar más a flor de piel, como alguien que lo vive. Pero Rosso te puede articular y decir «está pasando esto, esto y esto». Porque antes tampoco sonaban las bandas buenas en la radio. El artista grande lo sabe…
Lulo: Además ahora dicen “Los chicos ahora no escuchan rock”. ¿Y cuántos escuchaban rock en tu división cuando eras pibe? Los que venían con el disquito, los que escribían el nombre de la banda en la carpeta. Eran pocos. Cuando vamos a tocar a las provincias es un público de rock. Puede escuchar a Eruca Sativa, a Pez, a Acorazado, sin prejuicios. Porque también el público se diversificó más.
Juan: Ahora hasta la cumbia parece que murió. Parece ser todo electrónica y teclados. Ahora somos nosotros hasta los que pedimos una cumbia (risas). ¿No tenés Gilda?
Pero además hay un interés de los más chicos por el rock. El otro día fuimos a ver el festival de Poseidótica y estaba lleno de chicos de 15 a 20 años. Eso hace diez años no pasaba. Ahora no importa la diferencia de edad que haya entre ustedes y el público.
Juan: Sigue siendo el rock un lugar de pertenencia, donde se generan cosas y entusiasmo. Ganas de hacer cosas. Eso es saludable.
Y después de tantos años de trayectoria y trabajando, ¿Cómo es para ustedes tener una banda emergente y cada vez con mayor demanda y balancearlo con la vida cotidiana? Sea trabajo, chicos, familia…
Lulo: ¡Un quilombo! (risas)
Juan: Pasa que para nosotros no es algo clandestino el rock. El vicio, lo prohibido… Tenés que hacerte cargo para no dejarlo. Te encontrás con gente que te da como una sensación culposa de hacer lo que hacés. O vamos a tocar al interior y hay tipos que vendieron los equipos para comprar un sillón. O sea, el tipo que pone primero el arte a su familia es un pelotudo. Si cualquiera de nosotros tiene un tema familiar o tiene que ir a buscar los chicos a la escuela está todo bien. El tema es encontrar el equilibrio y que la rueda siga andando. Porque es lo que nos define como seres… nuestra sensibilidad… y darle alegría a la gente.
Lulo: Y eso se lo pasás a los pibes. Y de repente se comen todos los demos, las premezclas de los discos, los ensayos. Y de repente los descubrís cantando los temas sin querer o silbando. Está cantando un tema tuyo. Es muy loco. Es el trabajo de papá. Ya es natural para ellos.
* Acorazado Potemkin se presenta el viernes 11 en el Teatro Margarita Xirgú, Chacabuco 875, C.A.B.A. Banda invitada: Moustro. A las 19. Entradas desde $150.-
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