RESEÑAS

A toda máquina

Por  | 

Día 1

Si la montaña no viene a vos, ve a la montaña. Megadeth, Faith no more, Alice in Chains, Chris Cornell, Primus, Stone temple Pilots, Sonic Youth, Down. No, no es la grilla de algún Lollapalooza de los 90. Tal vez el sueño de muchos rockeros argentinos se dio tan cerca y a la vez tan lejos. Chile tiene una tradición rockera muy fuerte; es un país rockero, hay público rockero. Es la música que siempre gobernó.

Ante tanta oferta, la actividad empieza bien temprano, ya que a eso se le suma que todas las bandas tienen entre una y una hora y media de tiempo para despacharse a gusto y placer. El primer día, Duff McKagan calentó motores a pleno sol con la gente ya saltando al sonar canciones de su ex banda como “It’s so Easy”.  Sin dudas, Duff siempre tuvo ese espíritu punk que todavía no ha dejado: el homenaje a Misfits con “Attittude” lo deja bien en claro.

La heterogeneidad y la superposición de horarios es otra cosa característica del evento. A veces hay que decidir entre Black Rebel Motorcycle Club y la reencarnación de Morphine. Las 4 de la tarde y 30 grados no son el mejor escenario para el rock garagero de camperas de cuero de los BRMC. A fuerza de un set más cancionero apoyado en su última placa, “Beat the devil’s tattoo”, logran captar la atención de los curiosos.

Morphine es otra banda que no fue diseñada para la luz del día. Honestamente, una versión sin Mark Sandman, su miembro más importante (recordemos que falleció arriba del escenario dando un show en Italia), hacía levantar la ceja. Hoy con Jeremy Lyons como reemplazante de Sandman logran un digno homenaje a fuerza de clásicos eternos. La gente responde hasta con pequeños moshs. Veremos si en el futuro están a la altura de su leyenda y logran despegar como una nueva banda.

Mucho tiempo había pasado desde que Phil Anselmo pisó Sudamérica. Qué mejor oportunidad que hacerlo con la primera visita de Down, tal vez el proyecto musical más exitoso de su carrera, después de Pantera, claro está. Armados con su sludge sucio del sur de Estados Unidos y un par de cervezas encima, Anselmo tuvo al público en su mano desde el principio. El cantante, totalmente inspirado: dejando sus cuerdas vocales en el escenario, arengando a la gente y golpeándose la cabeza con el micrófono y el piso hasta sangrar, literalmente. Un set extenso que se concentró en “Nola”, su disco más exitoso, con la gente dándole a Anselmo lo que él quería, decide regalarles aunque sea una partecita de “Walk”.

Sin tiempo para asimilar lo vivido, los gritos iniciales de “Them Bones” se empiezan a escuchar. Eterna cuenta pendiente, Alice in chains está en la casa. Creo que solo New Order y AC/DC pudieron sobrevivir dignamente a la muerte de su cantante histórico. El chico nuevo, William Duval, cumple y está a la altura, pero la batuta es dirigida por Jerry Cantrel. Es el dueño de todo: la vibra, los riffs, las armonías. Uno cierra los ojos y no es difícil imaginárselos en el 93 en algún reducto de Seatlle. Más si empiezan el show con la tanda inicial del disco “Dirt”. Están los himnos y joyas como “We Die Young” y “Down in a hole”. Los integrantes de esta banda claramente han tenido vidas difíciles. Sin dudas el momento de la noche se da con “Rooster”, con Duff McKagan de invitado en una versión inolvidable. Productores locales, tengan en cuenta a esta banda, podría andar bien.

Chris Cornell salió para cortar un poco la electricidad con su formato acústico, como en sus shows en el Gran Rex. En versión reducida, dio un efectivo set aunque perdió esa intimidad con el que fue pensado, además de tener la sensación que el músico nunca calentó del todo la garganta. Lo cierto es que el momento de mayor euforia fue cuando confirmó la visita de Soundgarden a Chile para 2012. Ojalá no se le escape la tortuga a nadie en Buenos Aires.

Faith no More en Chile juega de local, no hay con que darle. Son mega estrellas; hasta las abuelas saben quién es Mike Patton. Tanto quieren al país que tenían un show especial preparado: el disco “King For a Day” completo y en orden, con el agregado de Trey Spruance, el guitarrista original de la placa. La decisión no podría haber sido más acertada. El disco que mejor condensa el espíritu de FNM, es su Álbum blanco. Una extensión de estilos que influencia a cientos de jóvenes músicos, con Incubus a la cabeza. Los momentos claves son canciones como “Get Out” o “Take this bottle”, que no solían estar en los sets habituales de la banda. También “Star AD” con una orquesta de vientos y “Just a Man” con un coro de alrededor de 20 personas y Patton recibiendo los escupitajos de la gente. Extraña tradición entre el cantante y el público chileno. Acá un show de FNM nunca es uno más.

Y así como FNM tiene banca en Argentina pero juega de local en Chile, el caso contrario es el de Megadeth. Hay un nivel de histeria especial con la sinfónica del colorado, pero nunca se llega al nivel de locura local. Se han robado hasta los cantitos popularizados con el público argentino.  Un chileno cantando “Aguante Megadeth” es cosa rara. El show es similar a los brindados en el estadio Malvinas; incluso más cortos, pero sonando como debe sonar la banda. Y si ponemos en la balanza, cabe sacrificar uno o dos temas por un sonido perfecto.

Día 2

La segunda jornada presentaba más variedad y la posibilidad de saborear más los shows.

azafatodegira.com

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión