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A la izquierda del dial

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No sé cómo las nuevas generaciones descubren música. ¿Hay bandas de culto en el mundo mainstream? The Maine podría ser el caso. No suenan en la radio, no suenan en MTV (¿pasan música en MTV?), sus integrantes no son actores ni famosos porque sí. Es verdad, el Teatro Vorterix está muy lejos de estar colmado, pero todavía me pregunto cómo estos chicos (incluso más chicos que en el show de The Pretty Reckless) llegan a una banda como The Maine, casi desconocida por estas latitudes.

A las 21 puntual sale el joven sexteto con “Identify” y “My Heroine”, los dos tracks iniciales de “Pioneer”, el disco a presentar. La concurrencia, mayormente femenina, no es mucha pero sin duda se hace notar. Encasillados dentro de la escena del punk melódico (por alguna razón que no entiendo) la banda es más que eso. No hay velocidad, pero ganan en matices. Además los muchachos son multi instrumentistas y definitivamente han escuchado más a gente como Tom Petty o Paul Westerberg que a Green Day. Lo certifica un inadvertido cover de “Beast of Burden” de los Rolling Stones. Otro detalle es que no hacen las payasadas típicas del punk rock melódico. Lo suyo es tocar a secas, aunque con cierta influencia punk al interpretar un tema tras otro. Ninguno es virtuoso, pero se las arreglan para mantener interesante el desarrollo del show. Los que más se destacan, además del cantante John O’Callaghan, son el bajista Garret Nickelsen y el baterista Patrick Kirch; los dos, tan económicos como efectivos en lo que tocan. Sobre todo Kirch, que emplea mucha fuerza para conseguir un beatcertero, que se duplica y alguno de los muchachos puede ayudar con alguna percusión o disparando secuencias.

El que más disfruta del show es O’Callaghan. El buen humor y la sintonía entre los miembros de la banda no se puede disimular. John hace subir a una muchacha para cantar “Girls do what the want” con tanta suerte que resulta ser chilena. Obviamente con dinero de sus padres, pero a esa edad querer cruzar la cordillera solo por una banda es todo un mérito. Ante el abucheo de las locales, John insiste en subir una chica autóctona. Les cede el micrófono y se va para atrás mientras toma una cerveza y las chicas se encargan de levantar a la gente.

La banda no tiene muchos discos así que puede hacer una amplia recorrida por todos. Hay canciones nuevas como “Don’t give up on us” que ya funciona como clásico instantáneo y genera el mismo fervor que gemas más viejas como “We’ll all be” o “Don’t stop now”. Todo esto con un buen sonido aunque hay momentos en donde hay tres guitarras eléctricas y llega a saturar un poco.

El público se encarga de darle la bienvenida a cada músico alentándolos uno por uno, pero el cantante tiene su momento especial. No solo por haber sido su cumpleaños dos días atrás, si no que también tiene su momento intimista para la acústica “Take me dancing”. Cuenta sobre lo bello del lugar, lo bello de Buenos Aires y lo borracho que está, pero no tanto como para que una chica quiera adjudicarse un hijo suyo.

Casi dos horas de show muestran una banda más seria de lo que parecería. Con más escuela en lo alternativo pero sin descuidar la melodía. A veces más clásicos, a veces más pop, a veces más indie, lo cierto es que The Maine es un grupo con oficio. Si juegan bien sus cartas, su explosión debería estar por llegar.

azafatodegira.com

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