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NOCHE DE PAZ

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Finalmente, el slogan “De generación en generación” cobró sentido el domingo, cuando algunos legendarios artistas del rock nacional cerraron la edición del festival.
Ante poco público (no más de 2000 personas), fue PAPPO el encargado de cerrar el ciclo, y no SPINETTA, como estaba previsto. Lo que ocurrió fue que El Flaco tenía un contrato firmado para tocar a horario, y lo hizo respetar a pesar del atraso de la grilla.
La presencia inesperada de PAJARITO ZAGURI, MORIS tocando “El Oso”, RICARDO SOULÉ con “Presente” y y DAVID LEBÓN cerrando su set con “Seminare”, fueron fotografías como películas de otros tiempos proyectadas en la actualidad. Entre lo bizarro (MORIS bailando coreografías) y el buen reciclaje (SOULÉ tocó con coro y sección de cuerdas), la noche del domingo se destacó por la paz reinante en el anfiteatro.
“Me alegro que hayan triunfado la música y la paz en el festival. Esto sirve para demostrarle a los asquerosos de arriba que ustedes los jóvenes hacen las cosas bien y de corazón”, dijo SPINETTA, que nunca habla en vano. Junto a JAVIER MALOSETTI en bajo y DANIEL WIRTZ en batería, El Flaco tocó poco más de una hora y, a diferencia de los otros músicos, su lista de temas brilló por la ausencia de hits. Se destacaron la impresionante versión de “Las cosas tienen movimiento” de FITO PAEZ y el emotivo “Correr frente a ti”, entre otros. Recién en los bises, y casi por presión del público, cerró con “Me gusta ese tajo”. De todas formas, el show de SPINETTA fue de lo mejor de todo el festival en cuanto a sonido y calidad musical.
A puro blues y rock and roll, PAPPO cerró “LA Falda Rock 2002” con un set plagado de viejos éxitos como “Ruta 66”, “Sube a mi voiture”, “Longchamps boggie” (una versión de quince minutos) “Tomé demasiado” y “Sucio y desprolijo”. Siguiendo con la temática de las leyendas del rock nacional, “El Carpo” invitó al bajista ALEJANDRO MEDINA para que lo acompañe en “Para que vivir así” de MANAL.
Si bien la oferta de ver a 26 bandas en tres días sonaba tentadora, la realidad demostró que el cansancio terminó venciendo a la mayoría, y la poca asistencia de público en la última noche es una de las pruebas. Lo cierto es que, mientras unas 1000 personas resistían bailando hasta el final, otros tantos dormían donde podían, o donde caían, dentro del anfiteatro.
Quizás los lazos que se tejieron entre chicos y chicas de diversos lugares del país y la paz con la que se vivió el festival (salvo algunos incidentes el sábado en la entrada), fueron tan importantes como los shows de las bandas. Vale la pena destacar la excelente organización del evento, a pesar de que pocos pudieron llegar despiertos y lúcidos al final de la maratón rockera que resultó ser “La Falda Rock 2002”.

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