RESEÑAS

Charly García en el Luna Park

Por  | 

“Ojalá no esté zarpado, que no haga cualquiera”, “la última vez que lo ví estaba lúcido”, “¿romperá algo?”. Charly iba a responder a todas las incertidumbres del público, de la mejor manera: con canciones. “Cuando me dicen que estoy bien no pueden ver debajo de mi piel”, retruca.
En la pantalla se superponen imágenes de las películas “El abogado del diablo”, “The Wall” y “Drácula” con los dibujos de Charly y el arte interior de su último disco. García sale a romper con “El amor espera”. La hora y pico de retraso queda en el olvido, todas las dudas se despejan.
Prolijo, arreglado, musical. La base de la banda, conformada por Kiuge Hayashida (guitarra), Carlos González Vázquez (bajo) y Antonio Silva Peña (batería), tiene la precisión de un reloj suizo. María Gabriela Epumer y Hilda Lizarazu (vestida de monja) terminan de aceitar la máquina. Charly puede bailar tranquilo sobre los cimientos que construyen sus músicos.
García sorprende con temas viejos como “Llorando en el espejo”, “Tu amor”, “Adela en el Carrusel” y una versión rockerísima de “Los dinosaurios”. Todo funciona armónicamente, inclusive los momentos en que Lizarazu se despoja de sus prendas ecleciásticas.
El teléfono que tiene sobre el piano suena cada tanto. Él atiende sin contarle a la gente con quien habla. “Yo soy Dios y ustedes no”, vomita García. Luego confesaría que los llamados son del diablo. Entonces Dios habla con el diablo y viene a contarnos, en sus canciones, el contenido de aquellas charlas. Charly parece recibir información de otro plano, de otro modo de vida. Su música, que rompe las barreras generacionales, es un golpe en la nuca para despertar a la gente. Demuestra que, por más que él sea Dios hoy, todos podemos serlo cuando confiemos en nosotros mismos. Tal vez eso sea Influencia.
“Yendo de la cama al living” y “Promesas sobre el bidet” para los más nostálgicos, “I´m not in love” y “Tu vicio” para los nuevos. Una chica se trepa a los hombros de un desconocido para confesarle a Charly su adicción. Cuando llegue a su casa, le preguntará a su madre, que quizás esté en el Luna Park, si ella también tenía el vicio.
El concepto Say No More parece tener finales abruptos. Cuando todos esperan “Cerca de la revolución” o “Fanky”, García se cansa de tanta coherencia y toca una versión sucia y desprolija de “Confesiones de invierno”, sólo y con una guitarra eléctrica. Se despide repitiendo “El amor espera” y desaparece. Porque Dios está en todas partes, pero cuando quiere y como quiere. Aparece de miles de formas y se esfuma cuando más lo necesitan. Vino y se fue. Volverá cuando quiera. Bienvenido sea, siempre.

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión