
LIBROS
La religión redonda
Una de las características salientes de Patricio Rey y sus redonditos de ricota son las letras de las canciones; la poesía del Indio Solari, a lo largo de las décadas, nunca dejó de despertar atracción, admiración, pasión, obsesión. Él mismo explicó el estilo que sigue, hace poco, en respuesta a ciertas críticas que apuntan que es difícil comprenderlo: “La poesía no puede ser definida con precisión porque no nos es dado conocer su esencia sino sentirla”, escribió.
Puede entenderse, entonces, que una de las particularidades de “A brillar, mi amor” sea la de emparentarse con ese tipo de obra cuyo significado es complejo pero que, de alguna manera, las sensaciones que despierta son inevitables e irrefutables. “A brillar, mi amor” se presenta como la “mitología no autorizada” de Los Redondos; el libro, escrito por Jorge Boimvaser y editado por Sudamericana, fue lanzado por sexta vez (la primera edición corresponde a 2001) con ampliaciones que prometen ser las definitivas.
A lo largo de más de trescientas páginas, Boimvaser va y viene con un relato y un análisis de la historia de la banda y lo que provocó en sus seguidores; ese sería el núcleo de la realización, aunque de alguna manera (no siempre precisa y ordenada) se filtran en las líneas otras cuestiones, como opiniones acerca de la calidad del rock local y la tragedia en República Cromañón.
La clave del libro pasa por la comparación que su autor hace entre la religión cristiana y el grupo: para él, Patricio Rey es Dios; los seguidores del grupo, los adoradores de la deidad; los recitales, las misas. Y, además, hay un lugar de privilegio para Indio Solari, al que coloca en el lugar de Sumo Pontífice; si Patricio Rey es Dios, el cantante del conjunto es el Papa. Lejos de ese lugar de privilegio, al contrario, quedan los compañeros de la voz a quienes en alguna ocasión Boimvaser define como monaguillos.
La propuesta de la obra, entonces, es justificar por qué la pasión que genera Los Redondos es equiparable a una religión, que atraviesa conciencias y corazones sin límites de edad o condición social o bagaje cultural; así, por ejemplo, en el libro se relatan diversos casos de fanatismo o se ensayan diferentes abordajes (de pretensiones hasta metafísicas) para explicar cómo es posible lo que ha producido la banda en miles y miles de personas. Acaso, simplemente, estemos ante un caso de esos que se resuelven según Guillermo de Ockham, poniendo ante todo la explicación más sencilla; así, bastaría con buscar las causas de toda la adoración en las canciones. Porque si también buscáramos milagros en todo esto, tal vez alcance con apretar play a “Juguetes perdidos”, a “Todo un palo”, a “Salando las heridas”, a “Un ángel para tu soledad”, a “La hija del fletero”, a “La murga de la virgencita”.
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