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Mighty Mighty Bosstones: Quiero morir tocando ska core

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La banda norteamericana saldó una deuda de años y se presentó por primera vez en Buenos Aires, el martes por la noche.

El ska es un género esencial para el desarrollo del llamado rock latino, tanto que es imposible pensar en bandas como Los Fabulosos Cadillacs, Los Auténticos Decadentes, Maldita Vecindad, Dancing Mood, Mano Negra o Café Tacvba sin su aporte. Sin embargo, no son muchas las bandas históricas que han dado shows en el país. Mighty Mighty Bosstones fue una de los grupos que flameó la bandera del ska durante los ’80 y ’90, década que fue particularmente exitosa para el género. Pero el entusiasmo por la música se fue apagando así como también las ganas de girar sin parar de la banda, por lo que una visita suya parecía imposible. Pero en el mundo impredecible del rock, dentro de los escasos shows que dan al año, hubo un hueco para Sudamérica. Los fieles seguidores, todos presentes, como se suponía.

A las 21:30 salen los 9 músicos. No salen a matar, no salen a comerse el escenario. Salen de impecables trajes rojos con la simple consigna de hacer bailar al público. No pasa mucho tiempo para que tengan a todo el recinto saltando al ritmo de “The Rascal King”. El ritmo y el sonido atrapan, la banda suena ajustada y los dos showman complementan su labor. Dicky Barret le da el costado hardcore y duro a la agrupación, mientras que el bailarín Ben Carr descontractura todo con su danza. Para algunos es ridículo tener a alguien en el escenario solo dedicado a bailar, pero en el ska el papel es casi fundamental. Y si creen que es fácil, intenten dar tanta energía por una hora y media sin parar a los 50 años a ver cómo les va.

Clásicos como “Grafitti worth Reading” y “Someday I supose” se mezclan con covers como “Rudie can´t fail” de The Clash y el grupo acierta en ambos casos. La banda sabe que tiene una deuda de años con el público y entrega las canciones añoradas. Sorpresivamente hay mucha gente joven en el público, sobre todo adelante, bailando, tan joven como un niño de 10 años que sube al escenario, lookeado para la ocasión con tiradores y sombrerito. Ahí puede abrazar a Dickie y decirle que es su héroe. El ska no es moda, es un estilo de vida.

Si bien el componente punk y hardcore es lo que les dio notoriedad, son los vientos los que se llevan los aplausos. No solo dando matices y color a las canciones, sino que los encargados de los instrumentos tienen sus momentos de comedia y actuación. A veces parecen no saber muy bien si ser decididamente serios o hacer chistes todo el tiempo, y son en esos momentos de dudas cuando el show se pincha un poco. Pero son solo momentos pasajeros de los que salen rápidamente gracias a canciones como “The impression that I get”.

Sin enfocarse en ninguna época particular, los músicos hacen un amplio recorrido por su trayectoria, bastante equitativa, con temas del comienzo como “Devil´s night out” hasta canciones de los últimos trabajos como “Nah, Nah, Nah, Nah, Nah”. La respuesta del público siempre es efusiva y se muestran agradecidos de poder ver a los Bosstones finalmente.

Una hora y media bastó para darle a la gente lo que esperaba. Sin otra misión que entretener a su público, los Mighty Mighty Bosstones dieron un correcto show y eso pareció ser suficiente para los fans que se acercaron a Groove. Para un frío martes a la noche, está más que bien traer un poco de calor.

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azafatodegira.com

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