DISCOS

Aquí estoy otra vez

Por  | 

Resultó difícil asumir allá por el año 2000 que Viejas Locas se terminaba; la banda había logrado instalarse entre el gusto (o al menos la simpatía) del rock local, yendo más allá del público fanático de The Rolling Stones. La propuesta del grupo no era original, se sabe, pero tal vez surgió antes que hubiera un conjunto rollinga debajo de cada baldosa. Y además estaba Pity, con su figura empática para todos. Pero Viejas Locas se separó; según se dijo, había diferencias de distinto orden entre los músicos y una de ellas era la intención del cantante de hacer canciones que se salieran de lo ya recorrido. Finalmente, eso terminaría haciendo en su nuevo proyecto, Intoxicados.

Pero, también, Intoxicados terminó. Y Viejas Locas regresó. Y cuando ya se había aceptado que no habría continuación a la trilogía querida y urgente conformada por “Viejas Locas” (1996), “Hermanos de sangre” (1997) y “Especial” (1999), apareció un cuarto disco: “Contra la pared”; un álbum que no se esperaba, pero que el destino nos tenía preparados y acá está, bien rollinga ya desde su tapa, de ladrillos, aerosol y una colegiala nada inocente, con piernas potentes.

La mayoría de las canciones se inscriben bajo lineamientos que el conjunto ya trazó, marcó y remarcó: sobre todas las cosas, hay rocanroles cuadrados como el que da nombre e inicio al álbum, “Roca y giro”, que muestra una nueva (otra más) poesía dedicada a alabar las bondades del rock and roll, y “Tirado en la estación” y “Guacho caracú”. Algunos de estos temas divierten por las letras de Pity, como el propio “Contra la pared” y su provocativa fantasía de albañiles y colegialas y “No me pienso levantar” con las graciosas arengas del cantante, que agita en inglés: “Very nice!” o “Guitar!”.

Lo mejor del disco se encuentra en algunas canciones que enseñan una variante, un color distinto, un matiz agregado. Puntualmente, se habla de “Bailando en el infierno” con su ganchera introducción de trompetas y guitarras funk, de “Muévete nena” y su convide al baile con coros agudos y teclados robóticos, de “Ya no miento” que incluye cambio de ritmo, más vientos y una de esas declaraciones de Pity que consiguen inmediata adhesión y simpatía, la suficiente como para perdonarle, por ejemplo, producciones regulares. “Siento que estoy fingiendo y así les estoy mintiendo a todos una vida aburrida atada a una rutina, ya me cansé de aparentar. Ya no miento les guste al que le guste voy de mal en peor, yo elijo mi destino, yo sé muy bien donde voy”, canta en esta destacada canción.

Si hay algo de fantástico en “Contra la pared” es lo siguiente: luego de apretar play, apenas después que terminan los cuchicheos y griteríos iniciales, comienza la música y automáticamente el que escucha viaja en el tiempo, de regreso al año 2000 antes que la banda anuncie su separación. Y entonces disfruta de rejuvenecer más de una década y de aparecer en el pasado escuchando el nuevo disco de Viejas Locas; recorre las calles con una sonrisa, viendo que todo está tal como lo dejó. Porque de eso se trata el disco, de recuperar el tiempo que pasó y de recorrer las calles de otra década, o de intentarlo al menos. Y seguramente, en esa realidad paralela, el álbum sería gratamente recibido; pero en esta realidad, año 2011, donde el agua sí corrió por el río, deja cierto vacío, cierto sabor amargo difícil de explicar. Difícil de entender y aceptar, como que lo que fue no volverá a ser.

Redacción ElAcople.com

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión