OPINIÓN
La pelea sin fin

¿Por qué será que algunas personas de trascendencia, cuando tienen un conflicto de orden personal, lo dirimen públicamente? Tal vez sea por la fuerza de las sensaciones que experimentan, que de tan potentes salen casi por sí solas a los cuatro vientos, gritadas. Acaso sea para posicionar a su verdad por encima de la del enemigo en el concepto de la sociedad. Quizás, menos probable, para saciar el hambre de saber, de enterarse del pueblo o para no dejar al periodista sin la respuesta que busca. Por supuesto, no cabe preguntarse esto en personas que necesiten de situaciones escandalosas para ganarse el pan; sí, en cambio, se lo piensa cuando se está ante artistas.
Noel y Liam Gallagher son dos de los músicos que más fama de “malos” tienen en el rock. Ya se han publicado noticias de ellos peleándose con colegas, periodistas, fanáticos, productores, plomos, groupies y hasta vendedores de gaseosa y agua; a veces, más bien, lo que hay son ataques de ellos, más que pelea. Porque para que haya lucha tienen que haber dos dispuestos a enfrentarse, y los fundadores de Oasis no siempre encuentran gente con deseo de agredirlos. Y es que son estrellas de rock, y lo usual para ellas es recibir pleitesía.
De todas las batallas que libraron, hay una que a todas luces es la que menos dispuestos están a dar por finalizada: a esta altura, de hecho, es tan notoria y latente que es prácticamente tautológico explicitar que se habla de la lucha entre ellos mismos. Una vez por semana, como mínimo, es noticia una declaración de Noel o una de Liam arremetiendo el uno contra el otro; que tu disco es horrible y tu banda también, que sin mí no sos nadie, que estás desesperado por volver con Oasis, que tu hija en realidad es de otro, que nunca hiciste nada por el grupo, que la banda soy yo, que vos no me importás como persona sino como compañero de trabajo, que vos me tenés miedo, que entre nosotros dos sólo hay un hombre y ése soy yo y más y más y más.
Todo dicho a micrófonos que, por la importancia del dúo, llegan a todo el mundo. Resulta complejo creer que la guerra obedece al deseo de figurar a cualquier precio en los medios; artistas del éxito, la popularidad y el talento de ambos no lo necesitan. Tampoco es fácil aceptar que todo es por quedar mejor parado ante el público; precisamente, ninguno de los dos parece preocupado por el qué dirán. Acaso todo sea cuestión de orgullo. Lo feo, triste, es que la pelea sin fin los hace parecer protagonistas de un eterno talk show, obviamente con la temática de hermanos que se odian.
Ahora se escribió una nueva página en esta historia interminable: Liam presentó una demanda contra Noel y éste hizo lo propio a su hermano. Inicialmente, el menor de los hermanos demandó a su propia sangre por declarar que no participó de un recital de Oasis por tener resaca; como respuesta, el hermano mayor demandó a Liam por su “comportamiento generalmente irresponsable” en el conjunto, acusándolo de faltar el respeto y agredir a fanáticos y compañeros. En la previa al encuentro de demandantes y demandados en el tribunal, Peggy Gallagher, la mamá de ambos, declaró consternada: “Quiero que solucionen todo esto, por favor, es ofensivo”.
Pero como si se tratara de un reality show que precisa ir más allá para tener rating, atravesando cornisas, corriendo límites, descuidando cuestionamientos morales y olvidando cualquier tipo de código, Noel y Liam están lejos de hacerle caso a doña Peggy; al revés, siempre suben la apuesta, siempre van más allá. Y, a esta altura, ya no es noticia un nuevo choque entre estos hermanos. Al contrario, es cansancio, repetición, rutina. Deberían escuchar a mamá; si no es por ella, por ellos mismos. Tal vez, quién sabe, todo termine cuando se harten de la pelea; hay algunos que ya lo hicimos.
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