RESEÑAS
La gloriosa PJ
Pasadas las 21.15 las luces del estadio Único de La Plata se apagarían y aquellos recitales de noviembre de 2005 en Ferro pasarían a ser un recuerdo un poco más lejano: Pearl Jam estaba tocando nuevamente en Argentina.
La excusa de la visita era el festejo por los veinte años de la salida de “Ten”; dos décadas de auge grunge, una deformación más, otro subgénero del rock alternativo que tuvo en 1991 a “Nevermind” como otro gran disco exponente.
Una sutil pero efectiva puesta en escena era la visual desde abajo del escenario: músicos y equipos iluminados por potentes luces de colores y de fondo y a los costados las pantallas ofrecían imágenes en blanco y negro de la banda tocando. Presente y pasado.
1991: walkman, cabeza gacha y “Ten” girando. 2011: cabeza alta, mirada al frente y Pearl Jam tocando. Y de pronto te das cuenta que te cambiaron la lista del disco. En vivo “Jeremy” y “Porch” suenan juntas y “Release” abre el show. Ocho de once: “Oceans”, “Deep” y “Once” son las únicas que quedaron afuera.
El recital fue un repaso entre lo primero y lo último de una banda atravesada por dos décadas, el existencialismo y la lírica, expresividad y emoción de un tipo brillante como Eddie Vedder, que maneja los tiempos y las pausas con un acierto espeluznante. Que se emociona, y uno también se termina emocionando con él. Porque no puede sonar “Black” sin que todo el estadio grite al unísono “Whhhyyy??!!”, ni que “Just Breath” o “Life Wasted” no generen piel de pollo. De “Ten” a “Backspacer” pasaron 7 discos de estudio en el medio y de todos -excepto “Binaural”– repasaron canciones.
Las referencias, los puntos de apoyo, el marco teórico de la banda quedó ahí enfrente de todos con ejemplos magistrales; la versatilidad de Vedder para interpretar “Mother” de Pink Floyd, como así también “I believe in miracles” de Ramones y “Rocking in a free world” de Neil Young, sin olvidarnos de la versión de “Last Kiss”, del por siempre olvidado Wayne Cochran.
En 2005 se decía que habían tardado mucho en venir, que ya había pasado el momento. La intimidad de ese show nos dio la certeza de que estábamos equivocados y de que iban a volver. Y ayer, luego de “Yellow ledbetter” con Vedder fumando un cigarro mirando al público, se volvió a confirmar. Si la primera vez tardaron 14 años y la segunda 6, la tercera seguramente será más cercana. De verdad, amigos de Seattle, que no se corte y vuelvan pronto, los vamos a extrañar.
Mensaje para Time for fun
Párrafo aparte para la organización.
La división en tres del campo fue un exceso. No haber puesto ni siquiera un sobre nivel en la parte del fondo para que aquellos que estaban allí puedan ver aunque sea un poco, estuvo mal. Haber colocado la pantalla a una altura inadecuada para que el campo trasero no vea, también estuvo mal. Cobrar esas entradas a 250 pesos cuando en realidad no ofrecían ni sonido ni visión… Adivinen: estuvo mal también.
Queridos amigos de Time For Fun, lo que ustedes hicieron el día de ayer se llama estafa consciente. Se burlaron de miles de personas que pagaron una entrada para no ver ni escuchar nada. Vendieron un servicio e hicieron todo lo posible para no cumplir con lo más mínimo. Y como son conscientes de esta estafa, de corazón, les deseo un buen karma.
1 Comentario
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