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Los Brujos: shock rock nacional

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La mítica banda se apoderó de La Trastienda en San Telmo para hacer dos presentaciones basadas en su reciente disco “Pong”.

Si Los Brujos lograron algo en su historia es ser la banda de culto por excelencia de Argentina. Desde su aparición, en el principio de los 90´s, con “Fin de semana salvaje” llamaron la atención tanto por su impronta como por su sonido, imposible de catalogar en un género. Su episodio teloneando a Nirvana y el supuesto plagio de parte de Kurt Cobain al componer “Very ape” sumaron a la leyenda. Pero nunca llegaron a la masividad.  Durante su separación se alimentó su propio mito, hasta la vuelta en 2014 y su esperado lanzamiento discográfico, “Pong” (2015), que siguen explorando negándose a vivir de viejos éxitos. Así, su regreso fue completo.

El escenario de La Trastienda por ahí les quedó chico para la escenografía. Apretujados, pero para nada contenidos, los músicos se acomodaron en sus lugares antes que los dos cantantes entraran corriendo y saltando hacia los micrófonos.  Al principio hubo dificultades: la saturación del sonido opacó temas como “Yo caí por tu amor”, “Canción del Cronopio” y “Mi papi no te quiere”, este último con Maite de Myte y las linternas rojas en voces, quien volvería a subirse en otros momentos del concierto.

Lo mejor del escenario elegido es que facilitaba la interacción y el mosh, que incluyó peligrosos stage jumpings, más aún sabiendo que las canciones de Los Brujos invitan a ese descontrol. Musicalmente, tienen una discografía que envejeció más que bien. Con la frescura alternativa sonaron: “Buen humor”, “Flipper”, “Espíritu de velocidad”,  “Capicúa” y “Gagarin”, entre otros. Del mismo modo, fueron muy bien recibidas las que componen su último disco como “Rock vampiro”, “Beat it”, “No Soy John” y “Rolling Stone”, entre otros. Si bien estos últimos tienen una propuesta más swing bailable, guardan la esencia frenética de los 90´s. Es más: los músicos parecen tocarlos como si estuvieran en aquella época.

El show es un festival para los ojos. Desde los trajes y los conos que amenazaban con despegarse hasta las pinturas; nada es un impedimento, nada reduce su movilidad; al contrario. Incluso el cantante Ricky Rúa bajó varias a veces a compartir el micrófono con la audiencia. La parafernalia incluyó cetros y máscaras que hacían de cada tema un pequeño video clip en vivo.

Por eso fue imposible sacar la vista de las tablas. Para la última parte se guardaron las joyas: “Tónico para soñar”, “Kanishka”, “Sasquatch”, “No matarás” y “Agua viva”.  Al finalizar, el público exigió los bises. Así, con los clásicos “Gabbo” y “Piso liso”, y en ese brevísimo instante entre que terminan el tema y la despedida definitiva, es cuando las voces salen de los personajes por primera vez en la noche y agradecen a la concurrencia.

Invitaron a todos a la fecha del sábado siguiente, donde explorarán la otra cara de “Pong”. Otra excusa para ser testigo de la banda de culto y el shock rock nacional por excelencia que representan.

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Redacción ElAcople.com

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