RESEÑAS
De la tumba al altar

Tras un 2009 y un 2010 intenso, el quinteto californiano había decidido tomarse una pausa. Con las energías recargadas, los liderados por Mike Patton ofrecerían su primer concierto del año (luego siguen por Uruguay, Chile y Brasil) con la promesa de interpretar muchos clásicos. El público argentino estaría presente al igual que en aquel recordado show de 2009.
90 minutos de amor
La gente de The Tormentos fue recibida de gran forma por una asistencia que se interesó por su surf rock casi instrumental (cantaron un rock and roll). Gracias a unas melodías adictivas y voladoras como “El impostor” y “Death drop” se ganaron el cariño de todos.
El estadio estaba lleno, solo había pequeñísimos huecos en las plateas y en el campo. A la masa se la notaba con la ansiedad lógica por ver a uno de los referentes de los ’90 por originalidad y actualidad, aunque no con la locura de 2009.
A las 21.30, la silueta de Roddy Bottum (teclados y voces), los acordes de “Woodpecker from mars”; Faith No More estaba sobre las tablas del Malvinas haciendo delirar a sus fanáticos.
“Bienvenidos a nuestro matrimonio o a nuestro funeral, como quieran”, diría Mike Patton sobre el escenario íntegramente de blanco y con flores que lo adornaban.
Los más objetivos notaban una deficiencia en el sonido, especialmente por la ausencia de la guitarra de Jon Hudson. No solo se escuchaba poco y nada, sino que saturaba. Para el clásico “Midlife crisis”, la situación estaba regularizada.
Al entusiasta común poco le importaba, su emoción traspasaba cualquier inconveniente técnico. Entraba en éxtasis cuando sonaban gemas como “Land of sunshine”, “Be aggressive” y “Caffeine”. Como verán, “Angel dust” (1992), el disco más exitoso de su carrera, estaba teniendo una gran preponderancia en la lista.
La diversidad de estilos los hizo únicos e influenciaron a toda una generación de músicos. Para poder llevar a cabo esa multiplicidad se necesita de un cantante extremadamente fabuloso como Patton, quién puede pasar del grito más desaforado al tono más romántico en apenas segundos. El ejemplo más exacto de esto es el dúo formado por la agresiva “Cuckoo for cacca” y la sentimental “Easy”, cover de The Commodores.
Además de su talento, Mike tiene una escena impresionante: es canchero, simpático, irónico. Manejó a la masa cómo y cuando quiso. Así, los dejó cantar en “Ashes to ashes”, o les cortó su apoyo en varias oportunidades: “qué canción es, una de Charly García”; “Si hace frío vamos todos al concierto de Ringo Starr!”, son algunas de las frases que mostraban su buen humor. Ese español centroamericano con acento yanqui causaba gracia.
Patton no está solo ni muchos menos; se apoya en una base sólida formada por Billy Gould (bajo) y Mike Bordin (batería), además de Bottum y Hudson. La voz de Mike brilla gracias a estos músicos que saben ocupar su lugar y momento indicados, por eso himnos de la talla de “Everything’s ruined”, “King for a day”, “Epic” y “Just a man” generan semejantes emociones.
Los primeros bises llegaron de la mano de una inédita y de un clásico del debut de 1985, “We care a lot”. El cierre definitivo llegó con la versión de “This guy’s in love with you”, de Burt Bacharach. Un final distendido que muchos no comprendieron ya que esperaban por más adrenalina.
Después de un gira de casi dos años, Faith No More volvió a demostrar que sus viejas canciones continúan súper vigentes y que jamás tendrán fecha de vencimiento. Ahora habrá que esperar el momento de un nuevo álbum con composiciones inéditas después de 15 años. ¿Llegará?
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