
DISCOS
Playa, muelle, sales y sirenas
Ahí, casi que escondida en un descanso de la canción “Las horas”, Piti Fernández recuerda algo que escribió Héctor Tizón: “La vida no se mide en años sino en asombros”. Un pensamiento propio de gran escritor, como este jujeño de 82 años que alguna vez le dijo a Jorge Luis Borges que “El sur” era su mejor cuento pero que él le habría dado otro final. Y Borges, con su característica veloz inteligencia, le respondió: “Tiene razón, pero escríbalo usted”.
Tratemos de medir en asombros no la vida, sino “Hacer un puente”, el flamante disco de La Franela. La propia “Las horas” es uno de ellos, con su melodía que crece acorde a acorde y la voz tierna que canta sobre lo hermoso que sería que des la vuelta al mundo y vengas corriendo a contarme cómo revolucionó tu mente tanta aventura mágica e insólita.
También, “Lo nuevo”, que abre la producción, es otro asombro y por similares motivos, que tienen que ver con lo sorprendente de encontrarse ante una nueva música bien y dulcemente construida, con palabras encima que ahora dicen que es todo nuevo donde me muevo y piden que no me despiertes más, que te doy el resto de mis sueños a cambio si es necesario pero yo me quedo en éste.
Hay que decir que, después de conocer estas dos canciones, se le da la razón a Sebastián Espósito cuando sugirió que La Franela es una versión optimista de Las Pelotas. Si hasta en los coros de “Las horas” pareciera que son Germán Daffunchio y Gabriela Martínez los que están al micrófono. Pero, también hay que marcarlo, el aire pelotero llega hasta ahí, hasta esos dos temas; después, La Franela es otra cosa. Las Pelotas es otra cosa. Y está bien, para uno y otro grupo, que así sea.
Por su parte, el asombro continúa en la canción que da nombre al álbum y, en este caso, la novedad llega por la sólida construcción de una fantasía de amor, de hacerte un puente sobre el más grande de los mares para que podamos salvar distancias y estar juntos. Y, asimismo, “Corre” refresca los sentidos, con sus características hermanadas a “Las horas” y “Lo nuevo”y la invitación a que dejes de estar tirada en la habitación, fumando, y empecemos a correr.
Más allá del asombro, “Hacer un puente” ratifica la capacidad del ex guitarrista de Los Piojos para hacer hits: el primer corte del disco, “Price for freedom”, lo demuestra porque tiene lo que hay que tener para sonar y sonar, es decir pocos minutos, energía y un estribillo sencillo y que mucha gente esté con ganas de repetir como lo es “Si te vas I´m very happy”. Parece sencillo, ¿no?
Además, en el sucesor de “Después de ver” hay espacio para la familia: “GPS”, que cierra la obra, habla de padre e hijo, de Piti y su pequeño Antonio cantando a dúo que todo lo que hacen es juntar sol. Pero también, y por suerte, el disco trae más que melodías y palabras dulces y amor e imágenes y fantasías románticas y retoños. Hay rock, en “414” y su “El que hace lo que siente nunca empata”; en “Sirena” y su lograda potencia; en “Te morís de ganas” y su velocidad.
Finalmente, agregado como despedida no sólo del álbum sino también de un amigo, La Franela incluye segundos después de terminado “GPS” una grabación de Tavo Kupinski, mostrando una pieza suya de bandoneón. Piti anticipó que en el próximo trabajo habrá un blues dedicado a su fallecido amigo, con quien compartió más de veinte años en Los Piojos.
Hombre de obsesiones marcadas Piti, que en “Después de ver” le cantó a los trenes en esta y aquella canción, pintando vías, estaciones y rieles, en “Hacer un puente” confiesa sus pensamientos atrapados en el mar, hablando sin cesar de playa, sales, sirenas, ahogos, soles y muelles. Unas y otras obsesiones están lejos de la locura insoportable; por el contrario, están próximas a esos secretos del corazón de un amigo que te gusta que te los cuente. Y qué mejor que lo haga cantando.
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