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Satan Dealers: El rock es mi forma de ser

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El sábado, en La Trastienda, la banda de Adrián Outeda presentó su nuevo disco con un show vibrante y eléctrico.

Al público masivo no le gusta el rock. No le gusta los sótanos, la distorsión, la mugre, los shows a la madrugada, el sacrificio, el ruido y la furia. Les gusta las canciones disfrazadas de rock. Y Satan dealers representa todo eso que debe ser el rock, pero que la gente no acepta, porque es más cómodo no hacerlo. Dieciséis años pasaron para que la banda pueda presentarse en un lugar como La trastienda por derecho propio. A la hora de comenzar el show con “Km de papel”, el partido ya está ganado.

Suenan canciones como “Detrás del sol”, “El antifaz” o “Nada tiene porque” y claramente nos damos cuenta que la habilidad para componer hits la tienen. Pero, claro, la banda no está compuesta por chicos carilindos, no están vestidos con ropa de Palermo Hollywood, el cantante no hace poses para la cámara. Todo lo contrario. Adrián Outeda se aferra al micrófono para gritar “Tengo la suerte de pensar así y vos tu identikit” sin pensar a quién le puede caer mal. Es el anti frontman que hace 25 años cantaba declaraciones de principios en No demuestra interés y hoy lo sigue haciendo porque el rock es su única verdad. Lo dice cuando la banda destroza el lugar con el tema “I’m not like you”, pero al rockero argentino no se le permite cantar en inglés. Sacrilegio.

Y si lo tuyo no es el idioma anglosajón, “La eternidad en una hora” está plagado de canciones gancheras en castellano. Pero, de vuelta: tal vez títulos como “Al margen” o “Los silenciados” sean demasiados sugerentes para el gran público. Tal vez haya pifies, desafinaciones, errores, pero ¿no se trata de eso el rock? ¿Importa todo eso cuando un grupo deja el alma durante una canción como “Marea alta”?

Y hubo un tiempo donde el rock daba miedo, donde ser rockero era suficiente para ser tratado como delincuente, donde hacer rock era una resistencia de verdad. Gente como Riff sabe de eso, por eso la aparición de Vitico en escena para hacer “Mal romance” y “Que sea rock” es honesta. “Vengo porque me gusta lo que hacen los Satan Dealers”, aclara el bajista y no hace falta: hoy es noche de cero caretismo.

El concierto va de menor a mayor y cuando el grupo toma velocidad y el público acompaña, no hay quien les puede hacer frente. Satan Dealers es una banda que potencia mucho su show depende donde esté tocando y el humor de su cantante. Hoy Outeda termina bajando del escenario, intercambiando gritos y sudor mientras la banda arremete con “How hard is to fix” y realmente hay muy pocos grupos que puedan lograr ese nivel de intensidad.

No podemos evitarlo, hoy no venimos como periodistas; hoy venimos como fans. Nos gusta Satan Dealers porque nos gusta el rock de verdad. Cuando un grupo que está al alcance de un colectivo nos entrega canciones como “Luces”, “No hay amigos en este tren” o “Tácito en el mundo real” y nos mueve algo por dentro, nos pone la piel de gallina, nos toca la fibra sensible. Y nos da orgullo que sea hecho por personas que uno puede cruzarse todos los días. Porque el rock puede y debería salvar vidas. Como alguien que sabe mucho de esto supo decir: «Si grita pidiendo verdad en lugar de auxilio, si se compromete con un coraje que no está seguro de poseer, si se pone de pie para señalar algo que está mal, pero no pide sangre para remediarlo, entonces es rock and roll».

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azafatodegira.com

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