RESEÑAS
Sucio y desprolijo

¿Volvió el Bs. As. Stomp? No, pero el espíritu de la fecha era cercano: horarios estrafalarios, música sucia y litros de alcohol que corren; chicas lindas y toda la farándula rockera, entre ellos, los Massacre, los Babasónicos, Andrea Álvarez, El Ruso Verea. Todos saben que la posta del miércoles a la noche está acá.
Desde no tan temprano, Satan Dealers y los Tormentos se encargaron de arrancar la jornada. Los primeros con su killer rock furioso, los segundos con su surf rock instrumental que invita al baile; los embajadores locales de la expansión de las escenas de Nueva York y California. Los otros invitados especiales eran los DT’s: tres muchachos y una cantante que parece ser la reencarnación de Janis Joplin. El resultado es el esperado. Si Janis se hubiese criado en los 90 y formaba una banda en Detroit, sonaría así. La vocalista Diana Young-Blanchard exorciza demonios en el escenario y por momentos hace pensar en una especie de Robert Plant femenina.
Pero la posta de la noche era la Jon Spencer Blues Explosion. No inventaron lo de tocar sin bajo, pero fueron pioneros en esto que llamamos garage rock mucho antes (y con menos amor de la prensa y los medios) que los White Stripes, por ejemplo. Llegaron muy temprano y se fueron cuando la fiesta comenzaba: se reconocía a los White Stripes, empezaban a hacer ruido los Strokes y Black Rebel Motorcycle Club, pero ellos ya no existían más. El eterno debate del artista de culto adelantado a su tiempo.
Los memoriosos, privilegiados y mentirosos habrán estado en el legendario show en Cemento, lugar diseñado para la Blues Explosion. O el proyecto rocakbilly del mismo Jon, Heavy Trash, que tocó también en Niceto en 2009. Dos visitas anteriores que no tuvieron mucha concurrencia de público, algo que no sucedió en esta oportunidad.
El regreso de la banda después de un parate de 5 años, cuando parece que las guitarras sucias y filosas pierden protagonismo, no parece ser la mejor idea. Claramente esto no le importa a la banda. O tal vez sí sea el momento indicado: alguien que inyecte adrenalina en tiempo de crisis.
A las 23:30 del miércoles el espíritu es de otros años, claramente. Los tres músicos adelante de todo. Dos guitarras, Jon Spencer y Judah Bauer (guitarrista de Cat Power, también, entre otros) y Russel Simins en la batería, que parece de juguete. 2kindsa Love da el puntapié inicial y muestra lo que es el show: un descontrol controlado de energía y electricidad. Tanto que para el segundo tema, Simins ya rompió su redoblante. Tranquilo muchacho, que queda mucho por delante.
Más allá de la obviedad de la influencia del blues, la ecuación de la banda es mezclar la música negra de antaño con toda la primera movida noise y no wave (The Jesus and Mary Chain, Swans, Sonic Youth, DNA, etc…). Érica García decía que podía saber cómo era un tipo en la cama por cómo tocaba la guitarra y cómo se desenvolvía en el escenario. Spencer es el trabajador, el cirquero, el gritón. Es el que está en un casi colapso todo el tiempo. Bauer se mantiene sobrio, impecable, dando sus toques cuando es necesario y atacando su instrumento en otros. Simins aporrea el suyo; es una batería mínima y eso hace que el ataque sea más conciso. Se puede ver ahí mismo el choque de personalidades que hace tan atractiva la energía que aporta el show. Pasan los años pero no las mañas.
Todo es como un gran continuado. No se sabe cuándo termina una canción y empieza otra. Es un torbellino de energía que sube y baja. No llega a ser una zapada, pero casi. El público responde. Aunque muchos parecen no tener mucha explosión de blues, hay otro sector que parece estar en un concierto de GBH: pogueando y mosheando en cueros y escupiendo a los músicos. ¿Seguimos con esa costumbre horrible? Creo que Spencer estaba tan sacado que ni se inmutó. Se lo ve tan compenetrado como su público en momentos altos como Bellbottoms y Burn It Out, saltando, escupiendo, gritando y revoleando la guitarra para todos lados. Si pudiera pagarlas, seguro que rompería una toda las noches.
El final es con She Said y Dang, con Bauer tocando la armónica de la misma forma que toca la guitarra. Intensidad descomunal por momentos y yéndose casi en fade para el final.
Pasan los años, las separaciones y los proyectos en vivo, pero la Blues Explosion sigue confirmando ser una de las bandas más salvajes en directo y el secreto de los que creen tener la posta en el rock. Y por esta vez, están en lo cierto.
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