OPINIÓN
Rockeros del mundo, ¡uníos!

Hasta no hace mucho, ir al campo en un concierto de rock significaba presenciar el show de pie, donde estar lejos o cerca del escenario dependía de las habilidades y las ganas de cada uno. El que compraba su entrada a campo, quería ir al campo, de pie, sin sillas. Porque para sentarse y ver el recital más tranquilo, está la platea. De pronto el campo se transformó en campo trasero, y todos aparentemente lo naturalizamos.
Desde el momento en que aceptamos que no se puede llegar al escenario porque hay una valla que separa al pobre del rico, el rock pierde lo poco de revolucionario que le queda y se vuelve un espectáculo elitista. Si como público y amantes de la música callamos y pagamos, el productor seguirá subiendo el precio de las entradas. Entonces, un día son 300 pesos para ver a Radiohead, y dos años después Aerosmith cobra 700 pesos (casi 200 dólares) en el estadio Único de La Plata.
Si el público alza la voz y decide no comprar los tickets por los desmedidos precios, el productor deberá rever la cuestión. De eso se trata, sin descuidar que, muchas veces, las bandas están de acuerdo con esta metodología que les permite ganar más dinero.
Rock y campo vip no pueden ir juntos. Por otro lado es, también, un término engañoso: para ser una persona importante, de movida, hay que pagar el triple que otra persona. Entonces, ¿si uno tiene más plata es más importante que otra persona?
En 1845, Karl Marx desarrolló los rasgos principales de su teoría materialista de la historia y extendió el materialismo a la explicación de la sociedad humana. En ese contexto escribió que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
Hoy, a 166 años de esa afirmación, me atrevo a decir que aquellos que acudimos a recitales de rock y vimos el incremento en el precio de las entradas a valores absurdos, tenemos el deber y la obligación, por respeto a nosotros mismos, de transformar esa realidad. ¿Cómo fue que el “campo vip” pasó a ser parte de nuestro vocabulario de uso frecuente? ¿Por qué aceptarlo como algo inevitable?
Manos a la obra
Hace unos días, en varias redes sociales se inició una cruzada para intentar cambiar esta realidad, protestando contra el campo vip y contra los precios de entradas aún más caras que en Europa. Todo terminó de explotar con la confirmación de la visita de Pearl Jam en noviembre.
El pasado viernes 15, varios fanáticos de la banda (agrupados en la fan page “No al vip en el recital de Pearl Jam en Buenos Aires”) se acercaron hasta las oficinas de la productora Time For Fun para manifestarse en contra de las divisiones en el campo y la suba de precios de las entradas.
Hoy es el día, este es el momento. Primero, por la desaparición del campo vip, y luego por la derogación inmediata del inexplicable y delictivo “service charge”.
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