RESEÑAS

Fieles versiones

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Para que no existiesen cuestionamientos, se aclaró desde un inicio que sería un tributo a una de las bandas fundadoras del metal nacional. Gustavo Rowek (único miembro original de V8) explicó una y otra vez la cuestión; se podría estar o no de acuerdo, pero fueron sinceros desde el vamos.

El actual baterista de Nativo e Ian se unió a tres grandes músicos de la escena heavy local (Tano Romano, Topo Yañez y Walter Meza) para darle un valor mayor al homenaje. Una agrupación como V8 merecía tal seleccionado.

Impaciencia

Desde que se anunció la fecha siempre se imaginó un teatro abarrotado. Si bien había solo un integrante de la formación, el hecho de escuchar aquellas canciones en directo era lo que hacía presumir un lleno total.

Sin embargo, el resultado final no fue el esperado. Aunque había una muy buena cantidad de público, no era el marco soñado por los organizadores. Quizás porque la propuesta no les terminaba de convencer, o por el elevado precio de las entradas para un espectáculo nacional ($70).

Para mantener al público fresco se decidió que no haya grupos invitados. Sin dudas, una medida más que acertada para un momento único y particular. En reemplazo, se observó un documental reciente, donde los músicos y los encargados de la fecha contaban sus vivencias sobre añejos shows de V8, entre otras tantas cuestiones.

A continuación, los asistentes ajustaban los últimos detalles, y daban entender que el sonido sería súper nítido y demoledor. El inicio era inminente.

Cuando a las 21.05 se corrió el telón y los músicos comenzaron a ocupar sus lugares, el público ingresó en un estado emocional y de adrenalina difícil de describir que se prolongó a lo largo de los 95 minutos de show.

Puños en alto

Después de tres meses de trabajo, Rowek, Romano, Yañez y Meza estaban en escena dando lo mejor de sí para una masa deseosa de entonar los clásicos de la legendaria banda.

El comienzo con “Momento de luchar” y “La mano maldita”, de su segundo disco “Un paso más en la batalla” (1985), fue el mejor desde lo sentimental, no así desde lo técnico. La guitarra del Tano y el bajo del Topo estaban ocultos, generando así un audio poco claro.

A los metaleros presentes poco les importaba, porque su entusiasmo superaba cualquier cuestión que se interpusiera. Los ojos vidriosos en algunos, el canto desproporcionado en otros, eran dos imágenes que se multiplicaban y que dejaban en claro que el show pasaba por otro lado.

Los fans más acérrimos e históricos veían con buen ojo esta situación, ya que les hacía acordar a la historia real de V8, cuando el sonido embarrullado era una de sus características. De igual manera, glorias como “Tiempos metálicos” y “Cautivo del sistema” brillaron.

Walter Meza cumplió bien con su función de frontman, arengando a la masa como es su especialidad, o cantando con sentimiento cada una de las melodías. Se le podría cuestionar el uso de ayuda memoria (de forma evidente en algunos momentos), como en el caso de “Lanzado al mundo hoy”.

Del debut “Luchando por el metal”, de 1983, se escucharon las esperadas como “Muy cansado estoy” y “Parcas sangrientas”, aunque la que sobresalió fue “Si puedes vencer al tiempo”, con el Tano tocando una Gibson roja doble y Walter enfocado con una luz roja representando el mal. Gran versión.

Aunque Rowek no grabó “El fin de inicuos” (1987), decidió incluir de igual manera dos canciones en la lista del show: “Ciega ambición” y “No lo enloqueceré”. Ambas fueron muy bien recibidas, demostrando que aquel disco también es amado por los fans.

Después de un pequeño descanso regresaron con el telón del tributo a V8 de fondo y los acordes de “Deseando destruir y matar” en punta. Por último, Rowekse dirigió nuevamente al público para agradecerles su presencia, para luego sí incendiar El Teatro con el himno del heavy metal argentino: “Destrucción”.

No es sencillo recrear viejas melodías con el espíritu y la sinceridad de aquellas. Por eso, más allá de evidentes desperfectos técnicos, el tributo a V8 estuvo muy bien logrado. Si bien Rowek fue el pilar fundamental para representarlas fielmente, el resto trató de respetar las versiones, aunque con su toque personal.

Redacción ElAcople.com

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