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At the gates: Otras inquisiciones
La banda sueca volvió a Buenos Aires con nuevo disco bajo el brazo para brindar una buena dosis de death metal, el jueves en The Roxy Live.
Llegar temprano a la fiesta: ese es un problema que nadie quiere afrontar, pero algunos deben hacerlo en pos de dejar su huella. Algo así le pasó a At The gates, que en 1995 editó “Slaughter of the soul”, una obra maestra del death metal que le dio de comer a cientos de bandas. Pero ojo, hay que hacerse cargo del monstruo que uno crea y At the gates no lo pudo hacer. Inmediatamente después de lanzar ese disco la banda decidió disolverse para nunca más volver. Pero ya sabemos lo que significa el “nunca” en el mundo de la música. Después de la gira de reunión que los trajo por primera vez al país, los suecos volvieron para mostrar su nuevo disco y ver si están a la altura de su historia.
A las 21:30, las palabras herejes de la obra de Ernesto Sabato suenan por los parlantes y tocan las fibras sensibles de los presentes. De Gotemburgo a Buenos Aires sin intermediarios; nada de los clichés de autos, chicas y rock and roll. “Death and the labyrinth” es solo el precalentamiento para un Roxy live que estalla con “Slaughter of the soul” y “Cold”, pero que lamentablemente no volverá a repetirse por un largo rato. ¿Culpa de la banda? Para nada. Cuando los suecos arremeten con “At war with reality” no quedan dudas de que estamos viendo su gran presente.
Siempre existe el temor de un disco nuevo después de tanto años, pero con “At war with reality” el grupo ha acertado. Canciones que nos tocan de cerca y se inspiran en héroes locales como “The circular ruins” o “Heroes and tombs”, son recibidas respetuosamente, pero con frialdad. El cantante Tomas Lindberg hace lo imposible para contagiar al público con esta última, pero son pocos los que responden. Otra es la historia cuando suena alguna del “Slaughter of the soul” como “Suicide nation” o “Under a serpent sun”; ahí algunos dejan la vida en el pogo.
Entonces, ¿cómo es la historia? Nos quejamos de la falta de música nueva y cuando un grupo entrega una obra fresca y potente nos aburrimos. Incluso parecemos fan de un solo disco. Clásicos como “The Swarn” o “Kingdom gone” nada pueden hacer cuando aparece un himno como “Bilnded by fear”. Es llamativo el contraste entre las canciones de ese disco y el resto del catálogo.
¿La banda hace alguna diferencia? No, entrega cada canción como si fuera la última. Sí, son suecos y son fríos, pero la ejecución es impecable y la potencia y el volumen también. Entonces, ¿qué falla? Claramente público y banda están en sintonías diferentes. A Borges le gustaba el tango, pero no hay nada de bueno en la nostalgia.
La banda cierra el show con un tema nuevo: “The night eternal”. ¿Cuántas bandas clásicas hacen eso? Lo cierto es que con “At war with reality”, At the gates está al tope de su juego. Entregaron un disco que está a la altura de su historia y que humilla a sus primeros y primitivos lanzamientos. Esta noche los suecos dieron lo que tenían que dar; el público quedó en falta.
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