RESEÑAS
Quieras o no estás adentro

“Catupecu Machu en el After Office Clandestino” es la consigna tentadora que lanza la gente de Rock & Reggae, productora de las ya clásicas Fiestas Clandestinas. Un jueves 13 de enero, fecha que le suele regalar a Fernando Ruiz Díaz un nuevo año de vida, la banda más inquieta del rock argentino –artísticamente hablando- se presenta en Groove. Después de dos horas y media de show, el cumpleañero habrá repetido infinitas veces que le encantó el lugar, prometiendo una y otra vez que será la gran sede de los próximos recitales catupequenses.
Bordeando las 22:30 de una jornada espesa, el recinto de Palermo está completo, llenísimo. Estamos todos, expectantes, transpirados, pero sin la banda de sonido que siempre busca nuevos sonidos. A esa altura, uno conjetura que el retraso se debe a que el anfitrión de esta y tantas noches, está siendo agasajado por sus compañeros con una ronda de whisky, botellas de Jack Daniel’s en mano. Al ratito, la escena montada se va al demonio.
El cuarteto fantástico, ordenado en el escenario de izquierda a derecha por los integrantes Macabre, Fernando, Herlein y Seba Cáceres, salió a desplegar su místico viaje del miedo con la machacante “Hormigas”. A continuación, las difundidas “Confusión” y “Piano y Rd”, cortes de “Simetría de Moebius” que se volvieron pegadizos en las lenguas de los fans de Catupecu.
¿Cuánto tardó el público en cantarle el “feliz cumpleaños” al Ruiz Díaz mayor? Poco. Pasaron “Anacrusa”,“Óxido en el aire”, “Preludio al fin en el umbral”, y al cierre del tributo a Massacre con “Plan B”, el cantante tiró el centro para que toda la gente que tenía de frente le rindiera homenaje a sus frescos 42 años. Allí nomás, Fernando se largó a hablar de Gaby, su hermano menor. Contó que pasó la tarde con él, que lo abrazó, y que compartía la idea de tocar en el aniversario de su natalicio. Para ponerle un broche de oro a la cariñosa mención, sonó una que hace tiempo no aparecía en el setlist de Catupecu: “Perfectos cromosomas”.
La primera hora fue intensa, pero sobre todo, tuvo buenos momentos. Después de “Puedes”, “En los sueños” y “A veces vuelvo”, Fer Ruiz Díaz quedó sólo sobre el escenario y aprovechó para entonar a capela “Refugio”. Luego, con una pequeña ayuda de sus amigos, llevó a cabo el segmento más tranquilo, en el cual estaban permitidos los cuelgues. Tras 60 minutos de pura metralla musical, con luces pretenciosas que le aportaban color al contundente volumen sonoro, venía bien recurrir a esa búsqueda que tanto caracteriza al conjunto.
“Amanecer en la calma” dicta “Cosas de goces”, y ese es el plan mientras suena dicho tema, sucedido por la clásica “Entero o a pedazos”, y el spinetteano “Seguir viviendo sin tu amor”.
El epílogo se acercaba, pero el frontman de Catupecu Machu y los suyos tenían la misma fuerza que al principio. Toda la energía puesta en “Acaba el fin”, “Origen extremo”, “Magia veneno”, canciones que daban a entender que la velada no merecía terminar tan fácilmente. Inmersos ya en el viernes 14, la famosa adrenalina que recorre el cuerpo de los Catupecu sabe extenderse hacia los seguidores de la banda, pese a que algunos emprendan la retirada.
Calma no te vayas que… llega “Persiana americana”, dedicado al aclamado Gustavo Cerati. También “Dale”, rito infaltable mechado con “Blitzkrieg Bop” de los Ramones, interpretado vehementemente por Macabre. ¿Aún hay más? Sí, “Héroes anónimos”, el épico rescate de los desaparecidos Metrópoli. Y para la despedida, “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”. Antes de ello, Fernando Ruiz Díaz jugó 15 minutos a stand up comedy: encontró a un joven que hasta hacía horas le había pedido una foto en calle Corrientes, recordó viejas épocas en Cemento, etcétera. Bonus track de una cercana fuerte madrugada que al otro día sentiremos.
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