RESEÑAS
Sándwich uruguayo

Disculpen que insista, pero debo decir que todavía hay gente que no sabe cómo llegar al Estadio Cubierto Malvinas Argentinas. ¿Es por acá?, ¿es por allá?, ¿qué calle hay que agarrar? Lo bueno de ello es que, si tenés suerte, bajo una tarde azul de domingo te podés encontrar con alguna chica perdida, dulce, bonita, con ganas de no caminar sola hasta el escondido microestadio de Argentinos, que le abrió sus puertas al segundo día del festival Zona Rock, con guardias de seguridad más estrictos que de costumbre, y con artistas que hicieron vibrar a miles de espectadores.
En primer lugar, los uruguayos de Cuatro Pesos de Propina. El grupo charrúa liderado por Diego “El Porteño” Rossberg salió a escena con una consigna clara: condensar una docena de canciones en menos de una hora. Con creces, la ascendente banda logró cautivar a un público que fue aumentando a lo largo del set, finalizando el mismo a estadio cerrado casi repleto.
Los $4 arrancaron bien caliente, al ritmo de “Solari”, y dos temas de “Juan”, reciente álbum del conjunto: “Esa mezcla de placer y dolor” y “Buena nueva”. Además, en la potente lista incluyeron (no tan) viejas gemas del anterior CD, “Se está complicando”, como el reggae “Más allá”, la desafiante “Pirata”, y el relajado “Glu glu”.
Sobre el cierre, “La balacera”, “Sacamela (basta)” y “No habrá forma de dolor”, terminaron de prender fuego el recinto. Tanto en el campo (ya colmado) como en las plateas (casi llenas), la audiencia se dispuso a entregar sus últimos bailes y saltos. Ellos estaban presenciando una tarde/noche de consagración para los Cuatro Pesos de Propina, un toque que seguramente quedará en la memoria de los miembros rioplatenses.
En el break, bombas fiesteras como “Gente que no” (Todos tus muertos), “Himno del cucumelo” (Rodrigo), o “Rastamandita” (Molotov), sirvieron para mantener entretenida a la multitud presente.
A eso de las 21, Arbolito empezó su peña folcklórica/rockera con una impresionante intro, acorde al show que darían minutos más tarde.
Con una gran pantalla que reflejaba en imágenes la temática comprometida de las canciones que sonaban, “Niña mapuche” y “¿Cómo hacer?” dieron el puntapié inicial.
Siguiendo una tendencia a favor de la naturaleza, y en contra de aquello que circula dentro de lo artificial, las letras de Arbolito emanan un halo de conciencia sensible, y a su vez, conviven con música de distintos tipos de colores. Es decir, el contenido social se amolda tanto en una chacarera como en un rockito o una cumbia. En esta línea de fusión, promediando el concierto, pasaron “Pachamama”, “Europa” y “Tumoral”.
Con respecto al papel desempeñado por la banda que lleva adelante Agustín Ronconi en voz, guitarra e instrumentos varios, es importante remarcar la enorme destreza musical para desenvolverse en distintos estilos y no tropezar. No cualquiera puede realizar una versión netamente arrolladora de “El pibe de los astilleros”, de Los Redondos, con flauta traversa y violín. Estos muchachos egresados de la Escuela de Música Popular de Avellaneda, sí que tienen oficio para hacerlo.
El hit ricotero fue el broche de oro para la presentación de Arbolito, con ovación incluida, concluyendo así un 2010 inolvidable para el grupo.
Más adelante, luego que el DJ anónimo mechara canciones de Los Cadillacs, Kapanga y Los Decadentes, con temas de Metallica, Megadeth y Kiss, en el microestadio de Argentinos se apagaron las luces y se encendieron los gritos. Todo indicaba que el recital de La Vela Puerca estaba al caer.
Con la hinchada de su lado, nuevamente, músicos uruguayos invadían el escenario: Sebastián “Enano” Teysera & cía. salieron a reconquistar tierras argentinas.
Sin pausa, tocando lo más fuerte posible, con la máxima intensidad, todo el tiempo; esa es la fórmula de La Vela. De este modo, “De atar”, “Escobas”, “Caldo precoz”, “El señor”, y tantas otras, trataron de mantener en estado de efervescencia a sus acérrimos seguidores.
Existen, claro, efímeros impasses para respirar o tomar agua. “Caridad”, por ejemplo, es una fija que antecede al huracán. En ese instante de calma, la gente de la platea se sienta a escuchar y deja de ladrar por un rato, mientras que en el campo, los agitadores abandonan el bullicio, y acompañan al cantante con un respetuoso silencio.
Esa hermosa postal dura nada, decíamos. El repertorio del octeto pide pogo, sudor, pasión. Suenan “Colabore”, “La sin razón”, y sorprendentemente, una exacta versión de “Ellos dicen mierda”, de La Polla Records. Segundos después, el inusual descanso del cual hablábamos, retoma protagonismo con “Mi semilla” (para “los fumetas”, según Teysera).
Entre falso desenlace y bises, “José sabía”, “Por la ciudad”, “Zafar” y “Llenos de magia” pusieron punto final a la festejada velada. Si bien miles de almas corearon una famosa estrofa que dice “Tu perro flaco y el fondo de un vino pa’ entibiar”, “El viejo” no asomó. Tampoco apareció “Vuelan palos”, otro gran clásico de la banda. ¿Para qué? Si la gente igual se fue satisfecha, tras 4 horas y monedas a pura celebración. De yapa: al DJ de turno se le ocurrió poner “Somos la revolución”, de Ska-P, para extender mínimamente el descontrol. Y eso que el miércoles sigue el festival en el microestadio del Bicho…
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