RESEÑAS

La máquina musical

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Es difícil determinar el éxito de alguna banda. Rush es una de tantas que cuenta con el mote de banda de culto más grande del mundo. Lo que la separa del resto es que tal vez ellos sí puedan reclamar ese trono. Cuarenta años de carrera en los que la prensa, los grandes medios y el público popular, les dio la espalda. Quizá eso fue lo que los mantuvo siempre unidos. El no tener los reflectores sobre ellos todo el tiempo. Evitar los excesos que acompañan al rock. En definitiva, siguen siendo esos tres chicos de pueblo de su Canadá natal, más allá de todo hotel cinco estrellas y de las giras mundiales.

Fue larga la espera, pero Rush saldó una cuenta pendiente de años con el rockero ortodoxo argentino. En el pasado visitaron Brasil y nos pasaron olímpicamente de largo. Y si bien esta visita parecía próspera, hubo bastantes inconvenientes para conseguir algún lugar habilitado para tocar, tanto que parecía peligrar la visita de la banda. Aunque con una disposición de ubicaciones un tanto extraña, el lugar elegido fue G.E.B.A., un sitio decididamente apropiado para la banda.

El público se acercó desde temprano a las inmediaciones. Metaleros, rockeros vieja escuela, gente ya grande que no deja sus amores de la adolescencia, y claro, muy pocas mujeres. Es que Rush es lo más cercano a lo que Star Trek es a la ficción. Fanáticos enfermizos que estudian a la banda como si fuera palabra santa.

Pasadas las 20:30 se apagan las luces y arranca un video en forma de introducción con la temática de esta gira: Time machine tour. Un video donde se satiriza un poco la carrera y las decisiones pocos comerciales de la banda, pero, en definitiva, es lo que les ha funcionado. Por eso no hay mejor comienzo que Spirit of the radio; irónicamente, uno de los pocos hits radiales que, justamente, atacaba la falta de compromiso de la radio y la falta de honestidad en la música, algo que a los canadienses les sobra.

Un pocos encerrados en su burbuja y un poco con el pie afuera, como el tema Time stand still, en colaboración con Aimmee Mann, que en su momento le dio un toque más pop a la banda, y que varios fanáticos repudiaron. Hoy la banda está más cerca del hard rock, de la furia, de la energía. Lo demuestran con temas estrenos como Caravan, o composiciones de los últimos discos como Working them angels o la excelente Far cry.

Rush es una banda que no hace concesiones; las cosas se hacen como ellos quieren. Son los más profesionales: el show está ensayado hasta el mínimo detalle, la gira se hace con toda la escenografía o no se hace. Por suerte, acá no escatimaron, cosas que suele pasar a la hora de traer artistas, y vinieron con toda la artillería: fuegos artificiales, los lavarropas (Creo. Sepa, querido lector, que mi visión está deteriorada), las máquinas del tiempo y una excelente pantalla gigante, simulando una especie de visor futurista (a veces), pasando videos para cada canción o funcionando como contador de años según el tema que interpreten. Una lástima las sillas en el campo vip, porque la gente estaba encendida. Algunos se animan a un mini pogo en temas como Freewill.

Después de poco más de una hora, la banda hace un intermedio donde una voz pide disculpas ya que Son gente grande y necesitan descansar e ir al baño. Otro video humorístico donde se trata de comercializar un poco a la banda, pero obviamente es un fracaso. De todos modos, es la introducción para la interpretación del disco Moving Pictures entero. Tal vez, su álbum más exitoso, comercialmente hablando.

Dicha producción cumple 30 años y qué mejor que visitar un país por primera vez y regalarle a los fans la obra entera, esa por la que muchos conocieron la banda, seguramente. Suena Tom Sawyer como puntapié y de ahí en adelante es dejarse llevar. Y claro, como hemos escuchado ese disco tantas veces, es más fácil concentrarse en ver qué es lo que toca cada músico.

Y si, sabemos que son tres bestias. Pero qué lindo comprobarlo en vivo. O sea, muchachos, vimos a Neil Peart en vivo. Tal vez el mejor baterista del mundo (y ese “tal vez” lo pongo para que la nota sea un poco imparcial). El tipo es un pulpo, una máquina de ritmos cruzados ultra complejos que ya de por si es imposible seguir con la vista. Geddy Lee, bueno, no será el mejor cantante del mundo, de hecho se lo notó con algunas dificultades. Más que dificultades, exabruptos. Pero el tipo toca bajo y teclado al mismo tiempo mientras canta. Alex Liefson toca más de lo que parece. Al no ser tan pirotécnico en los discos uno no nota el buen gusto y la gran técnica del guitarrista. Lo mejor es la cámara que toma desde arriba a los músicos: como si develara los trucos que usan. Parecen una orquesta, pero son solo tres.

Como serán de buenos músicos que Rush debe ser de las pocas bandas que tiene hits instrumentales. Y no solo eso, son las que más incitan al agite: YYZ, La villa Strangiato. Qué panzada de habilidad, muchachos. Lo suyo es eso. No hay muchas palabras. Un par de agradecimientos, un par de latiguillos en español y listo.

Después de tres horas de show, el final llega con Working man, aquel himno del lejano primer disco. Aquel tema que daría pie a todo lo que vendría y desembocaría en lo que es hoy: unos tipos comunes, de pueblo, algo nerds, que solo querían tocar lo mejor posible. Esos chicos ignorados en la escuela, ignorados por los grandes medios, menospreciados, etc. Bill Gates dijo una vez: No maltrates a los nerds de tu escuela, es posible que termines trabajando para ellos algún día. Rush no será una mega corporación, pero estoy seguro que hoy se estarán riendo de todos los que los menospreciaron.

Al final del show hay un último video, que deja como reflexión que, en definitiva, son solo tres tipos sencillos, de pueblo, y que después de todo esto siguen así. Que en vez de tomarse el tren para ir a una oficina, se toman un avión para ir a cientos de países a romperle la cabeza a la gente. Por suerte,

azafatodegira.com

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