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El Mató a un Policía Motorizado: Nuestro verano
Con una impecable presentación de La otra cara de la nada como teloneros, El Mató demostró una vez más por qué es la gran banda del indie argentino.
Absolutamente el 100% de los presentes se preguntará por qué el escenario elegido es en el sector puertas adentro del Konex y no en el patio, en donde a pesar del calor se podía respirar una brisa fresca de verano y en donde ya el masivo público que sigue a los platenses se hubiese ubicado cómodamente. Adentro la temperatura es del doble, y casi que las paredes transpiran como en nuestro viejo y querido Cemento.
En sus presentaciones en Capital, El Mató se ha encargado de darle la posibilidad a muchas bandas emergentes de telonearlos, presentándose ante el numeroso público que los sigue. La sorpresa fue más que grata con La otra cara de la nada. Los oriundos de Posadas llamaron la atención de muchos y cumplieron el sueño del pibe (crecieron haciendo covers de la banda de Santiago Motorizado).
“El único recuerdo que dejamos” (de su EP “Todas las corrientes que rompieron”) fue quizás el tema que más destacó a partir de lo que construyen sus tres guitarras. Dupla de violas en pared de sonido, y una tercera con precisos licks. “Mirando las luces” fue otro punto alto, en donde el “No tengas miedo al dejarte llevar” de la lírica invitaba justamente a soltarse hacia la música.
Mientras las cervezas bajaban como agua por el calor, El Mató a un Policía Motorizado comenzaba con “El magnetismo”. Una costumbre la de dar inicio con un tema más tranquilo, como acomodando al público para estallar en el segundo, “Navidad en los santos”, y se desata, como exclama la letra, la fiesta que nos prometieron, que continúa con “Mujeres bellas y fuertes”.
El Mató se convirtió en poco más de diez años en otra realidad del mito del rock platense. Su público ya alcanza los números de la masividad, pero manteniendo las características del culto. Las letras se cantan (y gritan) a la par de Santiago Motorizado: el “te esperan” que se repite en “Yoni B” retumba en cada columna del Konex, “Amigo piedra” es himno infaltable, y “Más o menos bien” es mantra de redención.
Inyectan de adrenalina la canción pop (“Chica de oro”, “Mi próximo movimiento”) pero se lucen aún más en los pasajes introspectivos, densos, casi lisérgicos, cuando logran ese sonido ajustado, envolvente, de líricas circulares, convirtiéndose en un magma de noise rock: “El fuego que hemos construido” es el trip más perfecto que consiguen.
El final es con “Prenderte fuego”, de su disco debut, y “Chica rutera”, probablemente su mayor clásico. A pesar del calor demencial, las canciones de El Mató nos llegan como agua fresca. Durante casi dos horas el Konex es nuestro, el calor, la cerveza y los amigos son nuestros. La alegría no es solo brasilera, este es nuestro verano.
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