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Rock del ratón

En una noche horrible desde lo climático, un rato antes de las 10, los Ratones Paranoicos irrumpirían en escena con “El vampiro”. De muy buen humor y por demás charlatán, Juanse demostró, de entrada, ser ese “líder algo especial” del que habla el tema (que sonaría más tarde).
Sería el turno de “El centauro”, seguida de“Rainbow” ya con la incorporación de Jimmy Rip, el legendario guitarrista que tocara en la banda solista de Mick Jagger. El guitar heroamericano ya había acompañado a los Ratones en la reciente regrabación del disco “Los chicos quieren rock” en los estudios de “Cuál es?”. En el mencionado tema, justamente de este álbum, se batió con Juanse en un memorable duelo de guitarras.
“Buenas noches a todos, gracias por venir”, saludó y vaticinó el triunfo de Argentina con una frase por demás irónica: “mañana, comida mexicana”. Siguieron con “No llores”, segundo corte de su último álbum, y el clásico “La nave”. En una de varias peroratas rockeras el frontman agregaría: “Se ve, se nota, se siente que ustedes saben lo que es el rock and roll”. “Ustedes también” parecía contestar el público desde los aplausos.
Las fuertes influencias stones son innegables, sin embargo por momentos los Ratones Paranoicos se muestran más herederos y continuistas de Pappo que de cualquier otro artista (sino recordar el Unplugged con la presencia de El Carpo). En un género bastardeado en donde se agrupan bandas bajo la etiqueta de “rock chabón”, la banda liderada por Juanse es la única que escapa a la mediocridad reinante.
La noche siguió su curso rocanrolero, con Sarcófago haciéndose cargo de la voz para “Vodka doble”. El “sin fisuras, ni dolor” de la lírica del tema se traducía al funcionamiento de la banda. Sonaría también “Sacrificio japonés”, un clásico instantáneo, compuesto nada más y nada menos que junto a Luis Alberto Spinetta.
Desprolijamente prolijos, los Ratones Paranoicos, sumando como tercera guitarra a Jimmy Rip (“le hizo hacer todo bien a Jagger”, lo elogió Juanse) durante todo el show convertían en zapada el final de la mayoría de los temas. La máxima expresión fue “Boogie”, superando los diez minutos de duración, y en donde también se escucharon solos de piano, batería y vientos, a los que el cantante paranoico presentó con una metáfora futbolera: “escuchen esto, es un afano”.
El indestructible “Rock del gato” iría marcando el final, con una gran cantidad de chicas rolingas bailando sobre el escenario. “Sigue girando”, “Cowboy” y el bis con “Para siempre” cerrarían la noche. Al grito de “Viva el rock and roll, viva Argentina”, se despediría la banda.
Teloneros de los Rolling Stones, grabaron con el propio Mick Taylor, y tuvieron el honor de ser producidos, en más de una ocasión, por Andrew Loog Oldham (incluyendo su excelente último álbum. Los motes de “copia” de Sus Majestades Satánicas son injustos. Los logros, si bien acercan las comparaciones, no son anecdóticos, sino placeres que no se puede dar cualquier banda. Promediando la noche Juanse sentenciaría: “Que cantidad de shows para estúpidos, nosotros hacemos rock and roll”. Y en las más de dos horas de show, no quedarían dudas de tal afirmación.
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