DISCOS
Exilio en la historia

La fiebre revisionista continúa su marcha. A la explosión Beatle del 9 de septiembre pasado, se le sumaron las remasterizaciones del otro hemisferio definitivo del rock and roll. The Rolling Stones decidieron llevar un paso más lejos estas reediciones. ¿Seremos acaso pesimistas del rock actual o simplemente eternos nostálgicos incurables? La cuestión parece ser que nos conmociona más la reedición de “Exile on main street” que “el nuevo” de cualquier otro artista.
La apuesta es algo más ambiciosa que la simple mejora en la calidad del sonido. En este caso son diez los temas nuevos (dos tomas alternativas) que uno no deja de preguntarse por qué fueron descartados. Pero antes de meterse en el material inédito es inevitable realizar una escala en los 18 tracks del disco original (doble vinilo en aquel momento).
Corría la década del ’70, los Stones venían de una vorágine compositiva de alta calidad (tres de sus mejores discos “Beggars banquet”, “Let it bleed” y “Sticky fingers”), sumado a la salida y posterior muerte del multi-instrumentista (el término “guitarrista” le queda chico) Brian Jones, y la incorporación de Mick Taylor en su reemplazo.
A su vez, la gira del ’69 los había consagrado a nivel mundial, pero con aquel triste final a cuestas: la tragedia de Altamont (que puede verse en el film “Gimme shelter”), en donde un miembro de los Hell’s Angels, a cargo de la seguridad, apuñala a un fan. A pesar del éxito, Jagger y compañía se encontraban atravesando una crisis financiera.
Asediados por el fisco inglés, los Rolling Stones se alojarían en una casa señorial, “Nellcote”, en el sur de Francia, que Richards había alquilado. En medio de problemas con la electricidad, una humedad veraniega que desafinaba los instrumentos, la mala acústica del sótano de la mansión, y un desfile de amigos, dealers y groupies, se gestaría uno de los mejores discos de la historia.
Por todos estos desperfectos técnicos es que la remasterización se sabe apreciar en la clara mejora del sonido. Aquí están las 18 canciones en primera calidad. La energía stone de “Rocks off”; el guiño country de “Sweet Virginia”, “Happy” en la voz de Keith, número puesto en el vivo; el rock and roll de “Rip this Joint”; la espiritualidad de “Shine a light”; “Sweet black angel”, inspirada en la activista afroamericana Angela Davis; el blues de “Stop breaking down”, y así podríamos continuar hasta completar la descripción de los más de 60 minutos de duración de esta obra maestra.
El que critique a los Rolling Stones argumentando una supuesta “falta de matices” puede taparse la boca con este disco. En “Exile on main street”, Sus Majestades Satánicas no solo despliegan todo su abanico musical sino que lo hacen en su mejor forma. Y esto es lo que lo convierte en un disco clave, probablemente el más importante de su carrera. Sin demasiados hits reconocibles (“Tumbling dice”, “Shine a Light” y no muchos más) el todo es más que la suma de las partes. Sin embargo, es un álbum que no impacta desde el minuto cero, sino que crece con las sucesivas escuchas y en cada una de ellas se nos revelan nuevas gamas.
Como si todo esto fuera poco, tenemos un segundo disco (con temas inéditos) que abre con “Pass the wine (Sophia Loren)”, un atrapante groove que dibuja pinceladas de soul y funk, donde Jagger incorpora un pequeño solo de armónica entre el juego de coros y vientos.
“Plundered my soul” es un rock mid-tempo fiel al estilo stone(ejemplificado como nunca en “Beast of burden”). Elegido para rotar en la difusión como una especie de corte, la canción está a la altura de las grandes composiciones de la dupla Jagger-Richards.
El piano de Nicky Hopkins marca el ritmo del tercer track: “I’m not signifying”. Nuevamente se destaca la armónica y el diálogo de guitarras sobre la mencionada base de piano. La sorpresa es la ausencia de Keith: las violas son las de Mick Taylor y el propio Jagger.
La balada ausente en la edición original se encuentra presente entre los bonus. “Following the river” simplemente desgarra emociones, como ha hecho “Angie” o “Out of tears”, más cerca en el tiempo. El dato: se agregaron coros y una sesión de cuerdas para terminar de darle forma a este tema perdido.
“Dancing in the Light” sea probablemente lo más flojo del “nuevo” material y pasa desapercibido entre las gemas recuperadas, mientras que “So divine (Aladdin story)” se destaca por su hipnótica melodía de guitarra con el saxo de Bobby Keys siguiéndola de cerca.
Continúan las tomas alternativas de “Loving cup”, bajada de tempo, y “Soul survivor” en la inconfundible voz de Richards. Esta última sale mejor parada, sin embargo ninguna logra superar a las originales.
El anteúltimo descubrimiento es “Good time women”, un rock básico sin demasiado que ofrecer más que un pegajoso riff al comienzo y algunos buenos yeites de guitarra. El cierre es con la acelerada zapada entre Watts, Wyman y Richards llamada “Title
Como lo demuestran las últimas novedades, el futuro de los Rolling Stones es incierto. Pero
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