RESEÑAS
Hacé la evolución

Dos años antes habían tocado en este recinto y fue -como habitualmente se dice de los shows de Kapanga– una fiesta. Promediando el concierto del pasado viernes, El Mono hizo diferencias entre este y aquel, diciendo: “Estábamos nerviosos porque era la primera vez. Fue como la primera vez sexual”. Pero el contraste era más profundo. La música era distinta, pero igual. “Madurez”, sería la palabra correcta. Y no es tan obvio, como parece, pensarlo de una banda con más de diez años de trayectoria y seis discos de estudio.
Durante el final del concierto, quedó esa certeza: Kapanga pudo cristalizar su crecimiento, aunque el cierre haya sido con dos fiesteras como “Rock” y “El mono relojero” –incluyendo un cuarteto de covers ídem: “El número 2 en tu lista”, “Sweet child o mine”, “Ala delta” y “The final countdown”-. El resto estuvo cargado de sutilezas, detalles y arreglos más cercanos al pop fino que a la pachanga dicharachera con la que se hicieron famosos.
Si bien el último disco, el que presentaron el viernes en el Luna Park, no suena a novedad, en vivo es otra cosa; toma otras dimensiones y, al juntarse con buenos temas de trabajos anteriores, se hace más palpable esa evolución. Ahí es cuando, por un rato, quedan de lado los globos que los fans llevaron para ponerle color al clásico salón de box porteño. Aquellos que volaron por los aires mucho antes de que el concierto arranque con tres temas del álbum que se estrenaba: el homónimo “Todoterreno”, “Miro de atrás” y “Se va”.
Los invitados reforzaron el concepto, dando de sí lo mejor posible para entregar una versión distinta a la conocida. Hugo Lobo le puso trompeta y hot-jazz a“Fumar” y “Araceli”; los antagónicos Guillermo Bonetto y Walter Meza cantaron, respectivamente, “Hoy reggae” y “Angus Young”. Mientras el líder de Los Cafres relajó, lo del de Horcas fue puro nervio, a garganta reventada. El violín de Edu Schmidt (en “Solos en la Puna”) y las cuerdas de un trío platense (ayudaron en “Mío”) fueron la nota distinta del concierto; en tanto, el maestro pop Fernando Blanco –ex Súper Ratones– junto con su mujer Lucrecia, embellecieron aún más esa canción llamada “Ruta”, cantada originalmente por Maikel.
Joyitas como “Agua en Marte”, “Un lugar”, “Desperté” y “Deambulé”, cortaban el chorro a las desaforadas “La taberna”, “Roban y nadie grita”, “Bisabuelo”, “Me mata”, “El universal”, “La momia blanca”, “Ramón” y “Caballero rojo”. El recuento puede ser abrumador, pero lo cierto es que todas estas sonaron en distintos popurrís a lo largo del concierto. También hubo lugar para entrañables como “Karrito de rulemanes” y “Demasiado”, dos que no son tan habituales en el repertorio del grupo.
Qué pensarán los acérrimos fundamentalistas de la fiesta kapanguera, es la duda. ¿Les habrá gustado el show? Es muy probable: no pararon de aplaudir. Ellos y las muchas familias que llenaron el campo y pusieron hasta la mitad las ubicaciones con butacas.
Quilmes, equipo del cual el cantante es fanático, está tiro del ascenso. El de Kapanga ya se puede celebrar, porque acaba de consumarse.
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