RESEÑAS
En el punto justo

La prestigiosa y legendaria banda de metal progresivo tocaría por tercera vez en Argentina. Tal como sucedió en su anterior paso realizarían dos fechas continuadas en el Luna Park y durante el mes de marzo.
En esta ocasión, el CD de estudio que los traería, “Black clouds and silver linings” había sido considerado superior a sus dos placas preliminares, “Octavarium” -2005- y “Systematic Chaos” -2007-, por lo que las expectativas del concierto serían aún mayor.
Dream Theater suele preocuparse por variar cada uno de sus shows dentro de una misma gira, así que imaginen qué es lo que puede ocurrir con el inicio de un nuevo tour. Como supondrán, las modificaciones se hacen más evidentes y ambiguas. Su inquietud llega hasta qué actos soportes los acompañarán.
En 2005 eligieron tocar solos, en 2008 seleccionaran a dos grupos locales, y en este 2010 optaron por Bigelf, una banda de rock y metal progresivo de Los Ángeles.
Esta agrupación, formada en 1991, sorprendió por su gran musicalidad y soltura arriba del escenario. Más allá de estar influenciados netamente por el rock progresivo de los ’70 –evidenciado por una fuerte presencia de teclados-, su fusión con ingredientes actuales le da una magia única.
Música infinita
El comienzo y el cierre del show de Dream Theater fueron idénticos en cada una de las funciones. A las 21.20 empezó a sonar una introducción clásica, luego se apagaron las luces del estadio mientras una cortina negra separaba a la banda del público, hasta escucharse los acordes de “A nightmare to remember”, el tema de 16 minutos que abre su última placa. A su vez, el final llegó con “The count of tuscany”, la épica de 20 minutos de duración que culmina dicho disco. Sólo estas dos canciones repetirían a lo largo de ambos días.
Mike Portnoy (batería) y John Petrucci (guitarra), son los más aclamados, no por carisma propio o por antojo del público, sino por la grandilocuencia con sus instrumentos. Tal es así que la composición y la sincronización de la filarmónica de Nueva York recae en ellos. Los acérrimos fans vitorearon sus nombres en varias oportunidades.
En el tercer lugar del aplausómetro aparece Jordan Ruddes (teclado). Éste también tuvo una destacada actuación, especialmente el sábado, con un soberbio instrumental en donde la sincronización entre video y solo fue sensacional. A veces aparecía al frente del escenario con un teclado portátil con caras y gestos típicos de un guitarrista. Es más, estuvo intercambiando sonidos con Petrucci.
El fuerte del primer día estuvo en la trilogía del fabuloso “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory” -1999-, compuesta por “The dance of eternity”, “One last time” y “The spirit carries on”. Durante esta última, los encendedores, celulares y las voces acompañaron a una de sus baladas más grandiosas.
Para una gran mayoría, el domingo la selección estuvo más variada e interesante. Recordaron viejas perlas de “Awake” -1994-, como “The mirror” y “Lie”, o rescataron un movimiento de la pieza de “Six dSix Degrees of Inner Turbulence”-2002- llamada “Solitary Shell”. Aunque el combo “Pull me under” –su himno- y “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper”, no tiene ningún tipo de competencia.
Llamó mucho la atención la corta duración de sus sets. El sábado el show duró apenas 95 minutos; en cambio, el domingo se extendió diez minutos más. Si los comparamos con las tres horas del 2005 o con las dos horas largas del 2008, la inconformidad se habrá hecho presente en varios espectadores.
James La Brie no será el vocalista más carismático ni el más expresivo, pero dentro del mundo de Dream Theater su postura encaja a la perfección. Por lo general, su tono se destaca más en canciones lentas o de medio tiempo como “Hollow years” o “Whiter”. De igual modo, tiene una cierta comunicación con sus fans que le alcanza para ser querido y respetado.
Después del reconocimiento en ventas que obtuvieron con “Systematic chaos”, Dream Theater entró en una etapa de disfrute, tanto de sus fans como de tocar juntos. Esto se percibió durante los shows, ya que se los vio más relajados y alegres. Ellos saben que, hagan lo que hagan, tendrán el público de su lado. Se lo han ganado.
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