
LIBROS
Súper Ratones
Las bondades de la literatura son muchas; una de ellas, tal vez la mejor, es su condición de portón hacia la fantasía. Se ha imaginado a un joven hermoso que jamás envejece; el paso del tiempo marchita sólo a su retrato oculto. Se ha escrito sobre un tipo que nace, vive y muere sonriendo y sobre otro que una mañana despierta convertido en una cucaracha. Se han relatado las experiencias de la vida de los terrícolas en Marte y, también, las de un par de argentinos en un planeta desconocido, habitado por seres aparentemente similares a los pájaros.
“La ciudad de las ratas” es la última novela de Copi que restaba traducir; el autor, que nació en Buenos Aires en 1939, se exilió junto a su familia hacia París en 1962 y allí escribió toda su obra, por supuesto en francés, salvo por “La vida es un tango”, que fue compuesta en español.
En este libro -que fue publicado originalmente hacia 1979- Copi comparte las cartas que le escribe un amigo; por cierto, no un amigo más sino uno peculiar: un ratón llamado Gouri. Las epístolas en cuestión le demandaron al escritor un esfuerzo de traducción, ya que, según explica, las ratas “ven al revés que los humanos y, cuando aprenden a transponer su pensamiento en literatura (lo que es más corriente de lo que pensamos), dan vuelta la frase entera y el desciframiento no es siempre sencillo”.
Gouri le escribe cartas a Copi, al que considera su maestro, porque la amistad entre ellos se trunca luego de que el autor se rompa tres costillas y quede varado en su departamento, en un quinto piso de un edificio sin ascensor; el ratón no puede ir a visitarlo ya que la portera y una gata persa le tienen el acceso prohibido y no justamente de buen modo, sino bajo comprobada amenaza de muerte.
A través de las cartas que conforman “La ciudad de las ratas” -editado por El cuenco de plata y traducido por Guadalupe Marando, Eduardo Muslip y María Silva-, se conocen las aventuras de Gouri y su amigo Raká, que entre otras cosas fuman opio, poseen un negocio de venta de lombrices muertas a palomas, toman sol al costado del río Sena (donde también nadan) y seducen ratas.
Pero la vida de esta pareja de ratones cambia por completo luego de que sea capturada por la policía como pieza de convicción, después que los oficiales detienen a Mimile, un amigo de Gouri y Raká acusado de asesinar a una mujer y de abusar de una nena, también amiga de los roedores por cierto.
A partir de allí -y luego de escapar de prisión, en donde se alían con una serpiente y unos perros- los ratones comienzan a protagonizar una serie de sucesos que los llevan ni más ni menos que a conquistar la Isla de la Cité, no sin antes conocer al Dios de los Hombres y al Diablo de las Ratas, entre otras cuestiones hilarantes, ahí, en “La ciudad de las ratas”, detrás del portón hacia la fantasía.
¡Y también!
La advertencia de Copi
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