RESEÑAS
Amor a primera vista

Desde sus inicios extremos en 1991 en Munich a hoy, Haggard ha modificado ampliamente su estructura. Si bien en el período ’95-’96 comenzaron a incorporar instrumentos clásicos, el cambio definitivo se produjo en su segunda placa, “Awaking the centuries” -2000-. Con los dos álbumes siguientes, “Eppur si muove” -2004- y “Tales of ithiria” -2008-, afianzaron la propuesta. De este modo, Argentina estaba por recibir a una agrupación que generaba expectativa e incertidumbre en igual proporción.
Entrada en calor
La gente de Inazulina dio por inaugurada la fecha con su particular Gothic dark medieval -como ellos denominan su estilo-. Interpretaron canciones de su disco debut, “Indestructible sixstar”, como “I can love you” (con el guitarrista de Los Kahunas como invitado).
Gracias a la edición de su segundo disco, “State of trance” -2008-, Bloodparade consiguió un sonido más atractivo y elaborado. A lo largo del set pudimos percibir estos cambios, en donde las viejas canciones también fueron influenciadas por estos nuevos aires. Se destacaron con la versión de “Self control”, que masificó en los ‘80 Laura Branigan.
El próximo turno debió ser ocupado por Dominus Inferi pero por la demora en la prueba de sonido de los alemanes, la banda no tuvo el tiempo suficiente para ajustar todos los detalles que necesitaban. De esta manera, decidieron no ser de la partida.
Idilio en puerta
Tras 45 minutos de espera, El Teatro quedó a oscuras. El grito de “Haggard…” de la gente se adueñó del ambiente, mientras el telón se abría. Los 13 músicos estaban colocados en sus posiciones cuando la intro “The origin”, que abre su cuarto disco, empezó a sonar. “Tales of ithiria”, la primera descarga de la noche, despertó una energía inusual en el público, ya que pocos imaginaban que la música de los alemanes generaría tanta pasión.
“Hola Buenos Aires, ¿Cómo están esta noche?”, saludó en un aceptable español (aprendido para la ocasión) su fundador, cantante y guitarrista, Asis Nasseri. Éste, además de ser el líder musical, es el conductor de la orquesta debido a que se lo observó activo e influyente en ese lugar. La soprano Sussane no sólo posee una dulce voz sino que es la más enérgica y desenvuelta de la banda. “The observer” y “In a fullmoon procession”, otras que pasaron.
Por lo general, cuando una banda reúne tantos instrumentos en directo –y tan disimiles entre sí-, el sonido no suele ser el ideal. Existen varios factores que derivan en esa conclusión, aunque la acústica de los lugares y la infraestructura sonora ocupan ese podio. Pese a que durante las primeras canciones tuvieron alguna dificultad, los alemanes pudieron obtener un audio claro, elegante y poderoso. Por momentos rozaban la perfección del estudio.
Por más que estaban en la gira de su disco de 2008, decidieron recorrer composiciones de sus cuatro placas. De esta forma se pudo notar la evolución musical que existe entre “Origin of a crystal soul” (una canción de su disco debut, “And Thou Shalt Trust… The Seer”, de 1997), y una del último, “The sleeping child”. El violín, la flauta, las sopranos y demás, estuvieron desde el comienzo, aunque el progreso es evidente entre CD y CD.
¿Cuándo vuelven?
Tanto el death metal como los instrumentos clásicos comparten en similar medida –está muy parejo-, la música de Haggard. El público metalero argentino no está acostumbrado a escuchar estas bandas tan particulares en vivo, es por eso que durante la noche del jueves la reacción de sus fans no estuvo a la altura. Los climas musicales pedían momentos de silencio que los chicos no ofrecían. Festejaban de igual manera sin importar lo que estuviera sonando, ya sea clásico o metal.
De todos modos, los músicos estaban fascinados por el amor que le brindaban ya que no esperaban tal reciprocidad (no están habituados a que su propuesta rimbombante produzca tanta locura). Se asombraron por tanto cántico, coreo de melodías, pogos y demás muestras de entusiasmo. Los más sorprendidos eran Asis y Sussane. “Per aspera ad astra”, “Herr mannelig” y “The final victory”, algunas de las canciones en donde se vivieron estas sensaciones.
Si algo les faltaba para conquistar al público era un acto demagogo. Sin embargo, pocos hubieran creído que interpretarían nuestro himno nacional en forma integra, es por eso que nadie lo consideró como un acto elocuente. Mientras sostenían la bandera de nuestro país, el público acompañaba el himno. Ante una masa entregada, se despidieron con “In a pale moon’s shadow” y “Awaking the centuries”. La banda prometió regresar en poco tiempo.
Por comen
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