OPINIÓN

El ángel de Pity

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Las biografías que se escribieron sobre Viejas Locas cuentan que el nombre de esta banda, que se formó hacia 1989 en el Colegio Comercial 2 de Lugano, surgió del sobrenombre del primer cantante del grupo, Mauro Bonome; a él, que junto a “Bachi” y Diego Cantoni creó el conjunto, le decían “Vieja Loca”. Este trío, cantante, bajista y guitarrista respectivamente, comenzó su camino en la música haciendo canciones de The Rolling Stones. 

Rápidamente -relatan los escribientes, el tridente buscó baterista pero en cambio encontró a Cristian “Pity” Álvarez. Él hacía varios meses que había aprendido a tocar la guitarra y, entusiasmado con la banda, se sumó e incluso aportó al músico que le faltaba al proyecto, su amigo Gastón Mancilla, primer encargo de los bombos y platillos. Así, estos cinco muchachos, el 3 de noviembre 1990, en Acatraz, ofrecieron el primer recital de la historia de Viejas Locas, ante un público compuesto por poco más de cincuenta personas. Esa noche, además de los por demás practicados covers de su mencionada y central influencia, tocaron sus propios “Buey” y “Descansar en paz”. 

Luego enseñan los biógrafos, el paso del tiempo hizo que el grupo se presentara una docena de veces más, en lugares como Cemento, La Luna y Shangai, antes que se enfrentara con el abandono de sus tres forjadores y el baterista, que querían hacer otra cosa con su tiempo. Entonces, Pity quedó solo e hizo lo que había que hacer si quería seguir adelante con esta historia: reclutó reemplazos para sus ex-compañeros; antes de irse, “Bachi” le acercó al guitarrista Sergio “Pollo” Toloza; Pity consiguió al bajista Fabián “Fachi” Crea, que a su vez sumó al baterista Abel Meyer, al que conocía como el hijo de una amiga de su mamá. Lo que no conseguía el proyecto era cantante, así que después de varias pruebas sin suerte Pity decidió hacerse cargo del micrófono. Y, con el envión de la renovación, agregó luego a “Peri” Rodríguez en armónica, “Juancho” Carbone en saxo y “Burbujas Pérez” en teclados. 

El trayecto de esta segunda versión de Viejas Locas explican los relatores de sus pasos consistió en lo usual: tocar lo más que se pudiera y difundir lo propio con pintadas con aerosol en las paredes y calcomanías al costado de los timbres de los colectivos. Entre otros lugares, la banda hizo lo suyo varias veces en La Cueva; justamente, hacia 1993, los dueños de ese lugar los convocaron para participar del compilado “Una noche en La Cueva”, al que aportaron una primera versión de “Eva” y la inédita “Tirado en la estación”. Un año después, el grupo grabó un demo para sumar un elemento más a la difusión de lo propio; éste era repartido gratuitamente por ellos mismos en el final de sus conciertos y en las salidas de diferentes boliches, como New Order, Die Schulse y Museo Rock. 

Pero escriben sus historiadores tenían que pasar aún dos años más para que, finalmente, el conjunto produjera su disco debut; en 1996, un hombre de Polygram percibió en un recital de la banda que la misma valía la pena y la acercó a la discográfica, y ese mismo año salió a la venta el primer y homónimo álbum de aquel pasatiempo que hacia 1989 habían creado tres amigos que ya sólo eran parte del pasado. El consabido lema sexo, droga y rock and roll podría resumir este disco y, tal vez, el resto de los que haría el grupo. Una canción que habla de proteger a la propia planta de marihuana, “Intoxicado”, y otra que relata las bondades del LSD, La Simpática Demonia; un tema de gusto por una mujer a la que le cuelgan las lagañas y le moquea la nariz, “Nena, me gustas así”, y otro para una mujer a la que se le reclama que se entregue, “Sacatelo”. Y también, en este trabajo, algunas letras de las más cabezasde nuestro rock, como “Te empezás a chorrear” y “Botella”. Todas y cada una de estas piezas, por supuesto bajo melodías de rock and roll, mayormente con energía, aunque con alguna tranquila, como “Tornillo eterno”. 

Las mismas melodías anotan los biógrafos acompañaron a la segunda producción del grupo, Hermanos de sangre”, que salió enseguida, un año después de su antecesor. Durante ese lapso, entre disco y disco, comenzó a aumentar sensiblemente la popularidad del conjunto, hecho que se pudo observar en dos sucesos en particular posteriores: Viejas Locas fue la banda soporte de The Rolling Stones, en la visita del grupo inglés en 1998 en el marco del “Bridges to Babylon Tour”, y además de inmediato regaló un recital en solitario récord para el conjunto, ante más de 10.000 personas en Quilmes. Lo más destacado de “Hermanos de sangre”, por cierto, es la aparición de la primera canción guitarrera cantada por Pity que enamora sin remedio: se habla de “Aunque a nadie ya le importe”. 

Redacción ElAcople.com

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