RESEÑAS
A pasos del éxito

Los uruguayos promocionaban el show como el festejo de sus 10 años; sin embargo, los propios músicos reconocieron en entrevistas previas que el comienzo exacto de la banda es incierto (no saben si es en 1997 o 1998). “El diez es un número redondo”, afirmaron.
No es sólo diversión
Para amenizar la velada, la gente de Mil Astillas se hizo cargo del escenario a lo largo de 30 minutos. Además de tocar composiciones de su primer CD auto titulado como “El que yo fui”, adelantaron algunas del siguiente disco; “Viajes” y “Parecido a mi”, dos de ellas. Por lo visto, su fusión de estilos continúa vigente (rock, reggae, sonidos rioplatense, entre otros).
Pasadas las 21:15, Once Tiros apareció sin preámbulos arriba de las tablas con las luces del lugar encendidas. Los primeros acordes de “Kamikaze” dieron el puntapié inicial ante una masa efervescente, que deliraría ante cada una de las ejecuciones.
Tuvieron que pasar tres canciones para que la banda encuentre su sonido ideal. Es decir, luego de que su cantante y compositor, Pablo Silvera se dirigiera por primera vez al público, el audio alcanzó la perfección con “Que no decaiga”.
Los grupos transcurren por distintas etapas durante su vida artística; sin embargo, la gran mayoría de los fans continúan apoyándolos. Es por eso que Silvera comentó: “Son los únicos que no cambian”. Esa caricia excitó aún más a sus seguidores, la cual se vio reflejada en “Bisturí”, el primer single de “Momento extraño”.
La música de Once Tiros no solo gira por el ska-reggae-punk, sino que canciones como “Glamour y violencia” los muestra en una faceta más jazzera. El caso de “Sin luna” también es para destacar con su onda más tanguera (el bandoneón no podía faltar). En ambos, resaltaron sus buenos dotes musicales que los diferencia de tantas otras bandas.
Hubo dos momentos particulares y festivos del show: el primero cuando en “El globo” comenzó a caer del piso superior una gran cantidad de globos de diferentes colores con el logo de la banda. Y el segundo al instante de “Cruel soledad”, cuando los músicos le entregaron al público accesorios de cotillón.
Cada uno con su granito de arena
Hace poco se reeditó su tercer disco a través de Pop Art en una nueva versión digipack. Acá la agrupación mostró un crecimiento musical, que los despega un poco de su estructura original.
Dejando la diversión a un lado y marchando a un terreno más cancionero, Silvera se sentó solo en el medio del escenario con una acústica para “El tipo Q” (con los espectadores sentados en el suelo) y “Para” (aquí se acopló el resto de los músicos hacia el final del tema). Como era de esperar, las voces de todos se adueñaron del cálido momento.
El cantante no fue el único que se hizo cargo de las voces, ya que otros integrantes aportaron lo suyo, como fue el caso del guitarrista Santiago Bolognini en “Nada”. Yendo a la faceta instrumental, su otro violero, Bruno Andreu, fue quién derrochó sencillez y virtuosismo a la hora de los solos.
La banda mostró en la noche del viernes dos de las nuevas canciones que están componiendo, “Tendencia” y “Conjuro”. Por falta de tiempo, no tocaron “Trance denso”, la otra melodía que estaba incluida en el folleto con las tres letras.
Según Silvera, que las hayan tocado en vivo no significa que las mismas formarán parte del próximo disco. “Falta mucho”, agregó. Al menos los espectadores dieron el visto bueno. El cuarto álbum esperan editarlo a principios del año que viene.
Llegando al final, una eléctrica, breve e instrumental versión de “Black and White”, del fallecido Michael Jackson, arrancó más de una sonrisa. El cierre tuvo picos altísimos con “Mal de karma” y “Maldición”.
Desde 2006, Once Tiros se ha instalado como otro de los números fuertes del rock charrúa. A partir de ahí, mantuvieron un nivel de público importante, aunque todavía no pudieron dar el gran salto como No Te Va Gustar y La Vuela Puerca. Con su siguiente álbum y con la ayuda de sus constantes shows en diferentes puntos del país, esperan lograrlo.
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