RESEÑAS

Me mata la vida

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La gente de Personal tuvo una buena idea. Creó un ciclo de Jazz con tres cantautoras para tres generaciones diferentes. Empezó con la veterana Rickie Lee Jones en junio, siguió con Cat Power en julio y terminó con Aimee Mann, una cantante muy personal, en la línea de Joni Mitchell, pero tal vez más moderna y más pop.

Tuvo dos veces sus quince minutos de fama; en los 80 lideró Til Tuesday, una banda new wave que tuvo un solo hit: Voices carry”. Más allá de eso sabemos que no necesariamente éxito y talento van de la mano. Luego la banda pasó a la historia, y a partir del 93 empezó una prolífica carrera solista, que tuvo su pico allá por el 2000, cuando su música fue parte de la banda de sonido de la película “Magnolia”, de Paul Thomas Anderson. También se destacó en el soundtrack de “I am Sam” con excelentes versiones de clásicos Beatles.

Pero primero lo primero. La encargada de abrir la noche era Hilda Lizarazu, seguramente alguien que comparte muchos puntos en común con Aimee Mann.

Esta vez se vio una Hilda más intimista, con un show denominado por ella misma como “Popclorico”: canciones pop, acuatizadas, repensadas y hasta con bombo legüero incluido. Un show rápido que pasó por canciones de su disco “Hormonal” (“D10S”, “La lluvia”), algún clásico de Man Ray (“Sola en los bares”), y hasta un cover de Charly (“Buscando un símbolo de paz”) que, según la propia Hilda, se encontraba en la sala. Sin duda se vio una gran cara artística de Lizarazu que seria bueno que profundice.

Un poco pasadas las 22:30 salió la rubia acompañada de sus dos músicos multiuso. Un escenario con muchos teclados puestos en forma de ronda, además de guitarras, bajo y percusión. Todo diseñado para que los músicos toquen varios instrumentos a la vez y vayan rotando.

La excusa de su visita era la promoción de su último disco, “Fucking Smilers”, pero poco sonó de ese disco. En cambio, la muchacha eligió un repertorio poco habitual pero que ayuda a uno a descubrir cómo el público llegó a Aimee Mann. Están los melómanos que ya la conocían de la época de Til Tuesday, otro pocos que celebran toda su trayectoria solista, pero la mayor cantidad de aplausos aparecen cuando suena alguna canción de la banda de sonido de “Magnolia”. Tal vez será uno de esos casos raros donde un músico conquista primero por el cine; como pasa con Kusturika o Tom Waits.

Pero el show es enteramente disfrutable, y se contradice con la imagen que uno tiene de la muchacha; una mujer que ha tenido muchos problemas luchando contra la depresión. Una música austera, cálida, pero al mismo tiempo desoladora y reflexiva; esa combinación de la melodía más dulce con la letra más depresiva posible. Algo que salió de la escuela de Nick Drake. O incluso de Lennon/McCartney. No es música para amigos, no es música para novios. Es poesía miserable, de autocompadecimiento y putear a la vida por ser así. Y a veces está bueno.

Sin embargo, se sabe, el público argentino es el mejor del mundo. ¿Y cómo se sabe eso? Porque logra tener sonriendo a Aimme Mann todo el show y hasta hacerla bailar. No es que antes era un ogro enojado con la vida, pero es raro verla tan sonriente cuando, justamente, el último disco está dedicado a la gente que sonríe todo el tiempo falsamente. Aunque este no es el caso. Realmente está feliz. Pero durante todo el show está ese dejo de melancolía. Dice la palabra “Baby” y no suena ridículo. Solo ella debería estar autorizada a decirla. Canciones entre odio y resignación. “No te molestes / Tengo suficientes  problemas”, dice “Deadly”. La insoportable levedad del ser. Pero ella no es tan mala. Hasta nos regala “Voices Carry”, aquel gran único hit que no suele interpretar en vivo. Brindemos por más shows y música como la de Aimee. Siempre pensando en los inadaptados.

Por otra parte, daba la sensación de que no todo el público disfrutaba del show. Tal vez por no estar del todo enterados de la carrera de la artista, porque empezó tarde o porque era día laboral. Pero, tal vez, y creo que es la razón principal, nunca un Gran Rex estará lleno de inadaptados sociales. Solo ellos se llevarán el gran concierto que fue.

Sin dudas, un privilegio más que un show. Una artista más que interesante, un repertorio impecable, una conjugación entre melodía y experimentación envidiable. Un show que también es muy difícil de describir. Si se pasara más música así en la radio, bueno, no les aseguro que sería un mundo mejor, pero tal vez se entendería más.

azafatodegira.com

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