RESEÑAS
Los enviados de Satanás

No es fácil hablar de un show así. Es como contar en pocas palabras cómo seria ver descender a los dioses del Olimpo. Y es que no les queda otra definición. Son los creadores de todo. Esos climas, esos riffs, esas paredes de sonidos. El Luna park transformado en el mismísimo infierno.
Pero vamos paso por paso. A las 8 en punto ya estaba arriba O’ Connor, esta vez con el público entregado desde el primer acorde. Sin dudas, la mejor opción para calentar a las fieras. Algunos temas de su último disco, “Naturaleza Muerta”; algunos clásicos propios como “Hasta ser libre” y “Se extraña araña”, y algún recuerdo de Hermética, como “Otro día para ser” dejan coreando a la gente el nombre del cantante. Una buena actuación de Claudio, sin dudas.
Pero lo importante es lo que viene ahora. Se apagan las luces y solo queda sumergirse en ese clima denso que crea la banda. Y la escenografía, una especia de reproducción de algo así como un gran portón. ¿Las puertas del infierno, tal vez? Se la dejo para que la piensen.
De entrada no dan respiro. “The Mob rules”, “Children of the sea” e “I”son las elegidas para empezar; cada una de los tres discos clásicos de la formación. Y lo que se ve es increíble. Dio está por cumplir ¡67 años!. Sonríe, corre, grita, canta. Y cómo. Puro profesionalismo. Actúa todas las canciones. Durante la parte de “Childre of the sea”, le crees, más vale que tengas cuidado. Porque te lo dice en serio. Dio es el metal en persona. Y por eso el enano es el más querido y se lleva los mayores aplausos de la noche.
Pero el creador de todo está a su izquierda. Tony Iommi, el creador de los riffs más oscuros e infernales de la historia. El hombre con el mejor look del mundo. Casi medido a la perfección. La campera, la barba, los bigotes, el semi afro, hasta los anteojos. Plagado de cruces por todos lados. En el cuello, en el diapasón de la guitarra, hasta en las púas. La bendición desde el cielo para hacer arder el infierno. “Time Machine”, “Falling off the edge of the world”. Te ponen la piel de gallina. Y aunque los clásicos son los más aplaudidos, los nuevos temas no desentonan. Hay nuevo disco, “The devil you know”, del que eligen “Bible black”, Fear” y “Follow the tears”. Temas tan oscuros y retorcidos que de acá a algún tiempo seguro se sumarán a la lista de clásicos.
Por supuesto hay que nombrar a Gezzer Butler en el bajo y a Vinnie Ápice en la batería. Tal vez más a la sombra, pero no por eso menos importantes. Gezzeer es una pared inamovible. Desde el sonido y por el hecho que no se mueve un centímetro en todo el show. Pero se sabe que si no fuera por él, Sabbath no hubiese tenido todo ese imaginario de magia negra, brujas y demonios que tantas alegrías nos ha traído.
Y Ápice será un baterista bastante discutido, y de todas formas tiene su momento para lucirse. Y por momentos le pega a su instrumento como si le estuviera debiendo plata.
Hay momentos poderosos también. “Die young” desata la locura colectiva, y por supuesto también el esperado “Heaven & Hell”,en una versión hiper extendida con el riff coreado hasta por los pancheros. No es broma: había pancheros coreando el riff. Los riffs de Iommi llegan a las masas, como una especie de Perón del metal. Y el momento sublime de la noche: todas las luces apagados y Dio cantando con solo una luz roja iluminándole la cara. Seguramente más de uno habrá tenido pesadillas esa noche. Más teniendo en cuenta que Ronnie James parece una criatura salida de “El señor de los anillos”.
El final no podría ser descripto de otra forma que no sea intenso. Por eso, debía ser sí o sí con “Neon Knights”, con un pequeño guiño a “Country Girl”, solo para los atentos. Si, sin “Paranoid”, sin “Iron Man”. Como debe ser. Esta es otra banda y le sobran canciones para dar un show excelente como el que dieron.
Once temas, hora y media de show. Quedaron grandes clásicos afuera: “Lady Evil”,“Sign of the southern cross”, “Computer gods”, etc. Pero, sin lugar a dudas, la banda dio el show que todos esperaban, y más allá del nombre que usen, esta institución llamada Black Sabbath está bien resguardada. Y la gente que presenció el show, al momento de retirarse del lugar, sabe que vio a los únicos dioses en los que vale la pena creer. Porque nunca nos van a defraudar.
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