RESEÑAS

Mirar el paisaje y seguir

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Está claro que las miradas en un recital de La Franela se posan sobre Daniel Fernández, que hasta hace menos de un año era guitarrista de Los Piojos, grupo que por cierto integró desde sus inicios, allá por 1989 en El Palomar, y que dejó sin siquiera concierto despedida.

Esos ojos que lo ven advierten alegría y paz en él y, además, que está flaco, muy flaco; sus piernas juntas casi forman una sola de un tipo normal. Pero las miradas se distraen del seguro foco de atención ante la segunda voz de la banda: José María de Diego, que muestra una energía avasallante y, curiosamente, varios kilos más que Fernández, formando así una nueva versión de El Gordo y El Flaco digna de conocer.

El jueves, en La Trastienda, La Franela se presentó nuevamente, en la previa del lanzamiento de su primer disco que se titulará “Después de ver” y saldrá a mediados de mayo.

“Después de ver”, justamente, se llama el reggae que dará nombre al álbum y que trajo un poco de calma a la velada; al igual que otras piezas del conjunto, esta que canta de Diego recuerda tanto a Andando Descalzo que resulta difícil no comentarlo.

Antes, el puntapié inicial lo había dado “Lo que mata”, que desde hace rato suena como adelanto; esta canción del ahora cantante y guitarrista quedó afuera de las seleccionadas para integrar “Civilización”, el último disco de Los Piojos.

Misma suerte corrió, vale decir increíblemente, “Llega el tren”, situación que entonces llamó la atención: en un recital en Luna Park, Los Piojos entregó como adelanto de “Civilización” la letra de Llega el tren en un elegante folleto; además, el tema es precioso, y por lo menos mejor que muchos de los que sí se quedaron con un lugar en el álbum.

El jueves, con una sonrisa, Fernández compartió su pensamiento al respecto: “Siempre digo lo mismo: menos mal que quedaron afuera de Los Piojos. Ahora son nuestras”.

Fernando Pandolfi, el mismo que otrora fuese un futbolista comparado por algunos entusiastas de él con Enzo Francescoli, hoy cantante de Mil Hormigas, puso su armónica y voz para acompañar a La Franela en uno de los mejores momentos de la noche: “Vine hasta aquí”. Gustavo Kupinski, guitarrista de Los Piojos, hizo lo suyo en más de una canción; por ejemplo en el final, sin ganas según confió en tono de broma su ex compañero, en “Bicho de ciudad”. También participó un invitado especial, sobre todo para su padre: Antonio Fernández, pequeño hijo de Daniel, que cantó en todo el último tramo.

En los conciertos en estadios, si se está por encima del campo, en platea por ejemplo, es un ejercicio casi irresistible mirar hacia él y perder la mirada en la multitud de cabezas. Obras asegura incluso que “aunque estén parados en el lugar, los cuerpos realizan un suave movimiento pendular”.

Sin dudas, con Los Piojos, Fernández pudo ver en infinidad de ocasiones ese paisaje compuesto por un millón de cabezas. Hoy, cuando su vista se dirige al público, lo que ve son caras más que cabezas, puesto que ayer decidió no quedarse con el otro paisaje, sino mirarlo y seguir. Ojalá, por su facha de buen tipo, sea lo mejor que le pudo pasar en el viaje.

Redacción ElAcople.com

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