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HIM: El sonido dijo no
HIM debutó en Buenos Aires después de muchos años de espera con dos shows repletos en el teatro Flores, el jueves y el viernes pasados.
Que la mayoría de los artistas nos visitan tarde es una realidad, y los finlandeses de HIM no son los primeros ni serán los últimos. Como dicen, mejor tarde que nunca; los fanáticos tuvieron dos shows para disfrutarlos. La banda decididamente tuvo todo para ser enorme 10 años atrás, cuando grupos que iban desde The Rasmus hasta AFI recibían difusión y disfrutaban las mieles del éxito, pero algo sucedió y sólo quedaron como unos héroes de culto del género. Tal vez eso, en algún punto, los haya ayudado, ya que mientras el éxito de otras bandas de su camada ha desaparecido junto con ellas, HIM ha mantenido su carrera de forma notable, con una formación estable y con miles de fieles seguidores alrededor de todo el mundo.
A las 21:15 la banda sale a llevarse todo por delante con un comienzo intenso; así suenan «Buried alive by love», «Rip out the wings of a butterfly» y «Right here in my arms», sin dudas tres de sus hits más importantes e intensos pero que lamentablemente el audio no ayuda. Una mezcla que permitía oír claramente la voz, pero que no aplicaba lo mismo para los instrumentos. Con un nivel considerablemente bajo, la guitarra no existía por momentos, en tres canciones que justamente se basan en el trabajo de ese instrumento.
Por momentos uno piensa que el sonidista arma todo para que el cantante Ville Valo se luzca, aumentando el nivel de volumen de algún instrumento en momentos particulares, como algún solo de guitarra. Y uno espera que el problema se arregle mientras transcurre el show, como generalmente suele suceder, pero no es el caso: el volumen bajo será una constante durante todo el concierto. A eso debemos sumarle al público, compuesto mayormente por mujeres que en canciones como «Join me» logra tapar a la banda gritando y cantando.
Para la persona que es ajena a HIM, parecería que la banda es Ville Valo y los demás no importan. Si bien nadie duda que es el protagonista, sus compañeros así lo entienden y cada uno disfruta del papel que le toca; tal vez prefieren el bajo perfil para poder enfocarse en la música, pero nadie podría decir que el bajista Mikko Paananen o el guitarrista Miko Lindstrom estén ahí por compromiso. Ellos manejan sus propios códigos y eso hace que perduren en el tiempo. El público también les hace llegar su calor, aunque no poder apreciar su performance por una cuestión sonora es sencillamente una pena.
Al ser la primera visita eligen muy bien el repertorio, paseándose por sus más de 20 años de carrera. Así pueden pasar de canciones melosas donde las chicas deliran («Join me», «The funeral of hearts«), emblemas góticos («Wicked game», «Your sweet 666») y llevarse todo por delante a puro heavy metal (la enorme «Soul on fire»).
A diferencia de la fama de divo que le puedan haber invento los medios, Ville Valo se muestra casi tímido, tapando su cara con su pelo y una boina, casi sin iluminar, sonriente pero sin comunicarse demasiado con sus fans. Su única intervención vendría al final, antes de «When love and deah embrace» para contar que era el fin de la gira, y agradecer a toda la gente que ha sido parte de ella. Lo único criticable es que seguramente mucha gente habrá ido las dos fechas y la única diferencia entre los shows fue una interpretación acústica de «In joy and sorrow» que ni siquiera sonó en forma completa.
Con la épica y larga «Sleepwalking past hope», después de dos horas la banda se despide. HIM vino y cumplió el sueño de la adolescencia de mucha gente que todavía los considera relevantes. Decididamente no dieron un mal show, sólo que algunas factores alteraron el resultado final. El rock debe sonar fuerte y este no fue el caso.
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