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Por todos los costados

El 7 de enero, luego de diez días de receso, se retomó el juicio que intentará determinar responsabilidades de la tragedia ocurrida el 30 de diciembre de 2004 en Cromañón. Desde aquel día hasta la fecha, pasaron por el banquillo diversos testigos que, cada cual a su manera, tienen que ver con el hecho. A saber:
– Sobrevivientes del público de Callejeros, quienes relataron en primerísima persona el horror de lo ocurrido: La gente, al intentar salir, pisaba brazos y cabezas, contó Ezequiel.
– Familiares de sobrevivientes, destacándose el alegato de la novia de Pedro, hijo de José Iglesias, abogado querellante y uno de los primeros que alzó la voz en contra de la banda de Villa Celina. Ella afirma que el día del hecho, dentro de Cromañón, se entregaban bengalas y otros artefactos pirotécnicos.
– Comerciantes vecinos al boliche incendiado, que aseguraron que en la vereda del local se vendía pirotecnia.
– Andrés Chabán, sobrino del empresario, que se desempeñaba como barman en el boliche incendiado, dijo haber escuchado ¡Quememos Cromañón! de boca de algunos seguidores de Callejeros, en la esquina del local.
– Héctor Albornoz, ex-empleado de Chabán que sospecha que el gerenciador le pagó una coima a la policía, ya que minutos antes de la tragedia, lo vio dándole un papel violeta a un efectivo de la Federal. Además, también dijo que las bandas llevaban a Cromañón su propio personal de seguridad y que, en el caso de que no lo tuvieran, ellos aportaban un grupo de ayuda, conformado por familiares y allegados a los empleados del local.
Durante las últimas dos audiencias, del viernes 13 y el lunes 16 de este mes, se realizaron declaraciones claves para la resolución del asunto: Yoli Mangiaroni, madre de la novia -fallecida en la tragedia- de Diego Argarañaz, manager de Callejeros, Aldana Aprea, prensa del grupo en aquel momento, y Fabián Leggio, sonidista de Callejeros.
Mangiaroni complicó a su ex yerno al confesar que él no hacía caso a las advertencias del (mal) uso de la pirotecnia: “’No pasa nada, está todo controlado; dejalos que son chicos y a ellos les gusta’ decía Argarañaz”.
“Yo no quería que mi hija fuera a los recitales, tenía miedo que le pasara algo. Mi yerno no le hacía caso a nadie”, cerró, entre lágrimas, la señora.
Aldana Aprea reveló una situación que compromete a sus ex empleadores: hizo saber que integrantes de “La familia piojosa”, facción de los fans de Callejeros, le entregaron a Argarañaz un bolso lleno de fuegos de artificio un día antes del concierto que brindaron en la cancha de Excursionistas, el 18 de diciembre del 2004. Ese equipaje se les sería devuelto, por los plomos de la banda, a estos fans una vez que ingresaran al estadio, para que hicieran uso libre del contenido.
Además, amplió la actitud del seno del grupo para con el folklore del rock: “Después de la primera función de ese triplete en Cromañón, le dije a Argarañaz que la cantidad de bengalas que se utilizaron fueron excesivas. El me contestó que ‘Callejeros es así’”
En tanto, Fabián Leggio dijo que la noche del 30 de diciembre ingresó a Cromañón sin ser revisado por ningún tipo de control. A los operadores de sonidos no nos revisaban nunca en ningún boliche. Y a mis dos hijos, que esa vez vinieron conmigo, tampoco”.
El juicio continúa en el Tribunal Oral en lo Criminal 24, tal como se desarrolla desde mediados agosto del año pasado.
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