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Silencio que no es silencio

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El último viernes se desarrolló el segundo encuentro en el Tribunal Oral N° 24, presidido por el juez Marcelo Alveró, quién antes de comenzar la jornada, hizo un pedido a los padres de víctimas: La actitud de subir fotos de sus familiares o colocarlas en el blindex, puede ser interpretado como una presión. Les pido, por favor, si podemos evitarlo. Entiendan que el tribunal tiene que garantizar el derecho de defensa.

Pasando en limpio lo ocurrido, se destaca la negativa de declarar por parte de los acusados ante el jurado. Sin embargo, a medida que fueron sentándose de a uno en el banquillo de acusados, todos enumeraron aspectos de su vida personal y laboral, antes y después de Cromañón.

Omar Chabán, el primero, confesó haberse “fundido cuatro o cinco veces” trabajando en el rubro del entretenimiento y que sus ingresos, podían ser de hasta cuatro mil pesos, generados al estar al frente de Cemento y República Cromañón, dos bastiones de la escena rockera antes de la tragedia. Además, manifestó que por estos días sufre de prostatitis. Por último, al ser convidado a declarar, replicó: No señor, voy a declarar más adelante.

Llegado el turno de los integrantes de Callejeros, se destaca parte de lo declarado por Juan Carbone, quién comentó que era herrero, pero, algunos meses antes de la tragedia, dejó de practicar el oficio ya que las chispas eran peligrosas para los ojos. Irónico.

Sobre el final, la ex funcionaria del Gobierno de la Ciudad, Ana María Fernández fue la única de los quince implicados en ofrecerse a prestar declaración en la próxima audiencia, a efectuarse mañana, lunes 25. Prima el silencio como estrategia común entre los imputados. No parece ser la mejor forma para llegar a la verdad, a la justicia que quieren ellos mismos, los padres de víctimas, la sociedad y los fans de Callejeros, con su particular manera de pedir esto desde la puerta de Tribunales: saltando, cantando, golpeando bombos. En definitiva, reinciden en el agite rockero, ese maldito estereotipo que derivó en ciento noventa y cuatro muertes.

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