RESEÑAS

No Soy Rock

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Las identidades, para algunos, se construyen desde la afirmación. Para otros, por el contrario, se crea desde la negación del otro externo y opuesto a uno. Esa relación maniquea entre la emergencia y la anulación está presente, incluso en la música. Y, después de trece años, en SHAILA está a flor de piel.

La banda pisó nuevamente escenarios porteños el sábado pasado en El Teatro Flores, teloneados por BUZZER, FLOCKS y TIMMY O’TOOL. Casi cuatro meses después de la presentación oficial de su quinto álbum, ”Camino a Idilia”, SHAILA parece estar en una nueva fase dentro de su vida como grupo de hardcore melódico.

La llegada al primer puesto del conteo diario de MTV es una simple sensación térmica de un proceso artístico. Un discurso y una mirada filosa sobre la realidad que caminan al borde del camino convencional, sin derrapar hacia los lugares comunes del decir y del hacer.

“Paralogismo en 6”, el primer tema de la noche, es uno de los ejemplos, donde la crítica a la racionalización y cuantificación del sistema educativo se envuelve en acordes punk. El constante ida y vuelta entre presente y pasado de la banda se plasmaron durante toda la noche.

Treinta y seis temas, donde discurrieron canciones como “Te vi (dos)”, “Ironía(s)”, “¿¡Viva América?!” y “La Ecuación”, también dejaron lugar a perlas ajenas como Do you remember Rock N Roll radio?, de THE RAMONES (donde un chico del público participó tocando la guitarra).

También hubo sonidos invitados, como EMILIANO de SMITTEN en la batería al momento de saltar con “Cuando no quieras sentir”; OSCAR de HYNTU en “Otra canción”; CRIS de JORDAN en “Bajo el agua” y GUSTAVO TORTORA, hermano del guitarrista de SHAILA, SANTIAGO, en “Festejen existir”.

La trilogía sudamericana con “La Maldición Malinche”, “El Fracaso regional y “La Meta Supranacional”, este último con MATIAS ALVAREZ de RODIA como invitado, son las materializaciones de ideas y posturas sobre una realidad que cercena día tras día el pasado, presente y futuro cercano. Esa característica preponderante en los sonidos actuales, que parecen quemar todo intento de diferenciación, los mitos y las leyendas quiméricas que el rock se creó (y creyó) durante estos últimos años son los que caen ante las acciones y la realidad.

“Mañanas”, el mismo tema que hace tres años marcaba un nuevo trecho, cierra la noche de festejo. Trece años que demostraron que las recetas prefabricadas pueden evadirse. Trece años en los que SHAILA llevó a cuestas la negación de la negación misma, la anulación a una esencia rockera que olvidó su origen. Trece años en pos de la creación y la afirmación para decir, con toda la fuerza de las acciones, “No soy rock”. Pero en positivo.

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