
DISCOS
A favor de la corriente
Andrés Calamaro entrega su nueva producción, titulada “Bohemio”. Un disco apenas correcto que choca con los clichés de su propia carrera.
Difícil analizar un nuevo trabajo de cualquier artista sin despegarse de su etapa más exitosa. Andrés Calamaro se adueñó de los ’90, primero con Los Rodríguez (ese seleccionado argentino-español que entregó varios de los hits de la década y mucho rock and roll del bueno) y luego brindó sus mejores discos solistas, en calidad y también en cantidad (nivel artístico aparte, el quíntuple “El Salmón” resultó un hito en el rock).
El nuevo trabajo comienza melancólico, con el recuerdo a Luis Alberto Spinetta. En “Belgrano” Calamaro le da gracias al Flaco “por ponerle armonía a la ciudad”, entre otras líneas sentidas. Si bien el track funciona en el llanto de un rock argentino que todavía lo extraña y lo seguirá extrañando, quizás no sea la elección correcta para abrir un álbum. Pero claro, a continuación suena “Cuando no estás” y allí parece arrancar el verdadero camino; el típico mid-tempo que Andrés tan bien ha dominado y perfeccionado a lo largo de su carrera le imprime un destino innegable de hit.
“Bohemio” es un bolero a la propia sombra, una oda a la libertad individual. “Bohemio que prefiere que la noche lo acompañe al caminar”, canta Calamaro en uno de los pocos temas que se despega de la paridad rítmica que muestra el disco, junto a las guitarras de “Inexplicable” (y esos dos breves pero intensos solos).
“Sé que estoy en el medio de ningún lugar”, comienza Andrés en “Nacimos para correr”, otra de esas fábulas de caminos equivocados y pérdidas de rumbo convertidas en canción, la temática lírica que mejor le sienta, aunque por momentos termina dando la sensación de que El Salmón nada en piloto automático.
El cierre nos recuerda a su etapa con Los Rodríguez en un rock and roll hecho y derecho. “Doce pasos” es de lo mejor de “Bohemio”, aunque es una lástima que llegue tan tarde en el disco. Sería exagerado hablar de “chatura” pero, salvo algunas excepciones ya mencionadas, al álbum le faltan matices, canciones que aceleren la cadencia y que nos saquen un poco de ese lugar de confort que es el mid-tempo y los estribillos reiterativos.
Sabemos que es un compositor prolífico y que seguramente cuenta con más canciones que las que compiló bajo el nombre de “Bohemio”, un disco que no se sale del esquema, que no arriesga en ningún momento. La selección de temas parece caer en los lugares más comunes de la discografía de un Salmón que ya no nada contra la corriente, sino que se deja llevar a favor de ella.
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