RESEÑAS

Gritos y mitos

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Mientras algunas voces proclaman un estado comatoso del rock, “barrializado” por grupos que critican, nombran y renombran y luego claman por la vuelta de los “grandes” y clásicos; ver hacia el resto del mundo más allá de sus pequeñas narices y discursos gastados parece ser una manera de refutar esa idea.

Rosario, una vez más, es una de las principales usinas de vueltas a lo clásico desde enfoques generacionales diversos, sumado a la apropiación de sonidos extranjeros para retratar lo propio sin desmerecerlo.

LOS SUCESORES DE LA BESTIA, con once años sobre los escenarios, demostraron el domingo pasado en La Castorera que se puede abrazar al power rock con sonidos soul y ritmos jazzeros sin caer en mezclas burdas ni calzarse estereotipos de seriedad innecesaria.

La última producción de la banda, “Promesas, mentiras y café” (2007), surcada por la tranquilidad en la voz de DANIEL PEREZ como en la guitarra de FABRICIO SILVESTRI, cobra una fuerza inusitada desde el primer tema, natural en la obra de la banda.

Tres discos (“Exotiquë”, “El próximo hit del verano” y el reciente cd) demuestran que para llegar al rock en su estado más puro -musical e ideológicamente- se puede (y debe) atravesar las corrientes estéticas que lo conformaron.

La convivencia de los ritmos del jazz (con la multiplicidad de matices que posee), del soul y la potencia del nü metal no es simple, pero tampoco imposible.

La batería de PABLO BRUN pasa a primer plano y las notas del bajo de MARTIN GRECO resuenan en todo la sala, donde minutos después MIKEL MIKE surcará el aire con sonidos cercanos al new wave con matices cuasi-hiphoperos.

“Soy el crucigrama más difícil que haya publicado esta editorial”, canta PEREZ. Los pies, manteniendo erguidos a varios cuerpos, siguen el ritmo de “Turismo carretera”, momentos antes del final al canto de “Ahí viene el amor”.

El smash de sonidos mientras la gente canta “pump it” sigue el bamboleo del brazo del cantante en el aire, dejando listas las tablas para el próximo visitante musical. O preparando las mentes hasta el próximo recital, ya sea en territorios porteños o más lejanos, como el Rosario natal de la banda que volverá a sentir el resoplo de funky el próximo 25, con MIKEL MIKE y MATAPLANTAS como compañeros de ruta.

La bestia, tatuada con el 666, anda suelta para marcar una impronta polifacética en el rock, tan vapuleado por varios de sus “críticos” más certeros. Pero el (in)concreto género sigue teniendo mensajeros de aquello que merece ser dicho y gritado frente a tantos silencios y repeticiones.

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