RESEÑAS

Entre nos, pase y oiga

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Bien puede optar por una cierta rectitud acartonada e innecesaria de la regularidad cotidiana o recorrer caminos de rimas consonantes y acordes de rock. Y todo sin salirse de la realidad que rodea el Uruguay, y por que no decirlo, a Sudamérica también.

Si está última ha sido su opción, tal vez sepa del CUARTETO DE NOS. O quizás, la inmensidad de opciones lo haya apabullado de tal manera que ya no busca entre los recovecos de lo que queda del rock y se resguarde en los clásicos de siempre. Pero no tema, hay nuevas canciones para cantar y algunas otras desconocidas para desempolvar, tan viejas como la misma banda que comenzó en 1980 a tocar en la costa de enfrente.

La trouppe de trovadores de lo casi grotesco surcan todo el suelo y éter del Uruguay, pero pocos saben cargar sus guitarras frente a más de mil personas una noche de viernes, como la pasada, en el escenario de The Roxy en el barrio porteño de Colegiales.

Una hora de retraso está aquietando los ánimos generales (el recital estaba pactado para las nueve), pero no deje de sonreír. La fanfarria pronto va a comenzar. La formación está en su lugar: PINTOS en la batería, TAVELLA en bajo y los hermanos MUSSO en guitarras y voces.

Y de golpe, el sonido estalla en el primer tema, “Nada es gratis en la vida”. Si lo habrá sabido el público que pagó una salada entrada, producto de este hermosísimo oligopolio de escenarios porteños. Los videos con imágenes de billetes desaparecen cuando llega “Hoy estoy raro”.

No diga que nunca se sintió sapo de otro pozo en algunas ocasiones, incluso llegando a sentir con los suficientes ánimos de cantar “Ya no sé que hacer conmigo”.
Pero todo pasa, saludo mediante del cantante, si usted comienza a tararear “Siempre que escucho al Cuarteto” hasta el punto de cantar, con su mejor cara de rocker, “Tengo una muñeca vestida de azul”, como bien surge arriba del escenario.

Tal vez usted, joven contestatario y crítico de la cruel maquinaria capitalista, esté un poco hastiado de estas burlas, tal vez sin razón. Pero vamos, hay que reírse un poco que la muerte siempre está, como bien dice LA VELA PUERCA, banda que en varios reportajes destacó el trabajo del CUARTETO.

Qué mejor crítica que llevar hasta el absurdo más grotesco una situación extrema de pobreza de una familia durante la Segunda Guerra Mundial como la que el bajista relata entre tema y tema.

Siga de fiesta mientras canta “Pueblo podrido” (cualquier uso en la realidad es pura y exclusivamente responsabilidad del comprador). ¿El tema que sigue le suena? Sí, es “Yendo a la casa de Damián”. ¿No lo siente en el aire? Es el aroma a “corte de difusión” que anuncia el final oficial.

Pero espere, siempre hay un bis, quiera o no. “Maldito invierno del 92” arranca con el trecho final, mientras las primeras filas se apretujan para ver por solo un momento la cara de sus preciados dioses, mientras atrás todo es calma y alguna que otra repetición de las letras.

¿Qué recorre el aire? ¿Rock sudaka, ritmos post punk, mezclas que dejan de pertenecer a un solo género para conformar uno sólo, uno simplemente burlesco? Deje de fruncir el seño mientras canta el himno a la egolatría, “Me amo”, anteúltimo tema de la noche antes de “Bo Cartero”. Aunque nunca pierda la seriedad tamizada con la broma que esta realidad necesita. Le digo esto, nomás, para que quede entre nos.

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