RESEÑAS
Victoria de Paseo

El marco del Centro Cultural Rojas, con su estructura de anfiteatro cerrado con asientos, produce en el asiduo concurrente a recitales o eventos de música, una metamorfosis en su compostura, quien, al encontrarse cómodamente sentado, pareciera que en lugar de ver una banda estuviera observando un “film para los oídos”.
VICTORIA MIL, con más de 10 años de trayectoria artística, y luego de 6 discos editados (dos como VICTORIA ABRIL y 4 como VICTORIA MIL), se constituye hoy en día como una de las bandas que con mayor altura ha logrado pasar de la transición sónica en la que se inscribió durante los 90’, hacia una obra marcadamente personal.
El show abre con “Bien equivocado”, tema que muestra la quintaesencia de la banda, donde la musicalidad que emana de sus instrumentos es decorada por el particular uso del “slang” (que en castellano sería el sinónimo de “argot”), que se enfoca a buscar el sentido de sus letras, a partir de la aparición súbita de antónimos a las palabras que va expresando (“Estoy bien, bien, bien, bien, bien equivocado”).
Le sigue la histriónica “Andi”, que deja entrever en su letra la desesperación que invade al bonaerense que se inmiscuye con una mujer de la “crema palermitana”.
Este “film-show” musicalizado en vivo continúa, y los VICTORIA MIL despachan las mejores bombas de su arsenal musical, sobre todo de sus discos “Armas” y “Este Cielo de Estrellas Caerá”.
Así repasan todos los clichés que recorren la mente del joven del siglo XXI, y que a la vez, hacen de auxiliares en la composición de su arte.
Suena la explosiva “G-13”, seguida de “Consejos de arriba”, “Si ibas lejos”, “Acá esta todo mal”, entre otras. A continuación, se lanzan, con la impecable “No nos” (“shoegazer” pleno de la guitarra) y la reivindicación de un manifiesto atemporal de la juventud: “queremos vivir hoy porque no nos importa el mañana”, canta MIGUEL CASTRO.
El show promedia la hora, y este film musicalizado en vivo, está llegando a su final. Así pasa “Ying Yang” (precisa y exacta mirada irónica sobre los “drogui dancer” de los tiempos actuales), y la nueva “El Oro” (“pepita” musical a ser valuada en el próximo álbum).
Así cierra la película de VICTORIA MIL en el Rojas, una banda que para muchos se encuentra ante la dicotomía de terminar “aggiornándose” en patrones de composición más digeribles y standarizados, o seguir en el pleno viaje de su arte, pero que por sobre todo esto, antepone un mundo particular de entender la música y así ofrecer al oyente -a través de sus canciones-, la posibilidad de saberse situado en la “ambivalencia” del mundo posmoderno, con las ventajas y dolores que esto conlleva.
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