RESEÑAS

El amor por una muñeca

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Para ser completamente sincero, en ningún momento me acerqué al Hotel Bauen a ver a EL OJO DE SÁNCHEZ. Mi voluntad, la real y verdadera, estaba en verla a ella, la cándida y estática groupie de la banda: YENNY.

Imaginen una modelo de figura escultural, ojos claros como el mar, labios rojos carmesí y una expresión libidinosa que despierta hasta al más inocente. Dulce ángel, la YENNY de mis amores, aquella que supo mostrar sus pechos de miel en el centro del escenario del Salón Pueyrredón o en alguna fiesta Lima Limón, iba a estar de nuevo ahí, mirándonos a todos tan desde arriba, tan inalcanzable.

La noche anterior al show soñé en tres oportunidades diferentes escuchar el nuevo disco de EL OJO –“Podés”– en vivo mientras la bella YENNY mirábame cantando con Felipe (voz y guitarra) siendo mi Dulcinea mientras enfrentaba ese gran molino de viento que es su hermosura inmóvil.

“Será tu claridad algo especial por eso escondes tus dulces rayos entre mis manos y nadie advierte…”, cantaba EL OJO en “Mi sol”, la balada de guitarra acústica y… ay, amor.

La soñé, fui por ella y perdí la razón. Mi locura despertó en su fotolog con su figura encapuchada y su postura de intocable Venus de ébano en imágenes sensuales. ¡Quién pudiera tocarla y tener, al menos por un segundo, el recuerdo táctil de la perfección!

Pero ella no estuvo. Pasaron las canciones, atormentados en riffs de guitarra enroscados y poderosos sobre suaves colchones de teclados, ahí donde YENNY podría haberse fundido en nuestro amor… pero ella no estuvo.

¿Cómo explicar mi desesperación cuando Claudio (teclados) dijo, entre un tema y otro, que había un libro de quejas a disposición del público por si había algo que no había gustado? Daban ganas de ir corriendo y anotar que el disco es un excelente ejemplar del pop rock contemporáneo, con estribillos pegadizos y explosivos, pero que sin mi YENNY el corazón no se revuelve ni se emociona, por excepcionales que resulten las 9 canciones del nuevo disco.

No sé si alguien comprende la magnitud del problema. No sé si se dan cuenta que, a pesar de tener delante de mí un sonido arrollador y un conjunto vocal que sabe de las sutilezas de los coros al mejor estilo beatle, me faltaba su despampanante presencia. Y así se me pasó la noche.

Y los OJO DE SÁNCHEZ, creo, percibieron mi desazón y me identificaron a coro con ”Almuertos” (“No me mirés, estoy todo mal”) y “Podés” (que da nombre al disco diciendo que “podés sentirte horrible sin que nadie se entere”). Creo que ellos se dieron cuenta que ella era lo que me faltaba y pudieron definir mi pesar en esas dos perlas rockeras.

Así, a pesar de mi alegría postergada que disparó ansias hasta la próxima presentación de la banda, la noche fue muy buena y las canciones, mejores. Por eso es que no firmé nada el libro de quejas y me dediqué a tararear EL OJO hasta que llegué a la salida… donde finalmente me la encontré.

En realidad me encontré con un par de fotos de ella, de sus manos, de sus labios y de sus ojos en la gráfica del disco de la banda, que no dudé en comprar para llevarme con sus canciones la imagen de esa belleza atravesando mis retinas. Suave alivio de rock, por lo menos hasta volver a verla. Espero que sea pronto.

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