RESEÑAS

Pequeña Miss Chile

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El disco es niño, las canciones niñas. Andan por plazas pintando tonos, escapando de escaparse, mucha cámara lenta, algo de campo y también ciudad. Juntos oyen canciones por la radio, mientras se ahogan en las turbulencias de la segunda infancia. Nada de la típica mística tonti – naif del pop. Para nada, acá hay peso, resistencia y decisión.

JAVIERA habla de visiones, direcciones nulas y miradas perdidas; del cosmos afuera y el ritmo interior. Tenemos muy cerca un gran disco de electro pop que nos hará sentir algo viejos y con justa razón. Hacía mucho que nadie pronunciaba de forma creíble, personal y definitiva la palabra generación.

En su disco ”Esquemas Juveniles” (Índice Virgen ‘06), las historias retratan dilemas de habitación y soledades, románticos dramas en velocidad synth pop o calma de canción con la siempre presente cadencia pop de raíz chilena (ver LOS PRISIONEROS de ayer o el GEPE de hoy) más tintes electro ‘80.

Es adorable y sincero. No es humano, es adolescente. Y JAVIERA es la novia con la que podrías hablar sobre el último de STEREOLAB mirando el techo a oscuras, fumando en el balcón o acariciándole la panza, mientras vos le contás lo grosos que son los MAGNETIC FIELDS.

El siguiente nivel

En vivo, el disco merma su impulso. No basta para completar el frío ambiente palermitano. De cerca, el sonido no le hace los honores a las delicadezas pop ni al trote de cada tema. La escena misma parece escueta, rescatada de la dispersión por toda la personalidad y el carisma que caben en la humanidad de JAVIERA y que ella misma se encargó de recoger durante sus 23 años.

Si hasta el mismo MANZA había sonado de lujo minutos antes, en el Lado B de Niceto, en plan acústico menos-que-cero que harían morir de envidia los lujos del power pop y las hiper-producciones. Un auténtico festival de la canción indie para nada prefabricado y sensible empedernido, ideal entre tanta pose inrocks, modernismo del curioso, con chapa o sofisticado.

En fin, volviendo a JAVIERA, a pesar del sonido, impuso su voz reluciente y las canciones se despegaron del escenario en momentos muy deliciosos (cuando delicia son Sol de Invierno, Cuando hablamos o Esquemas Juveniles). Aquí es donde la cantautora despeja dudas y demuestra como algo del estigma de ROSARIO BLÉFARI la llena de una sencillez avasallante y espontaneidad veloz, pero en un climax pop romántico sensible (o como explicar sino la pegadiza versión de Yo no te pido la luna, hit de la mexicanísima DANIELA ROMO).

En constante ir y venir, pasaron también Como siempre soñé, Esta en tus manos y Y no puedo bloquear lo que quiero dar, alcanzando con las demás el total del disco y su rara mezcla de euforia y serenidad.

El diario de hoy dice que ella es la gran nueva cosa. Ni tanto. Y eso es lo que encanta. No es grande la palabra que dimensiona y mide las combinaciones electro pop de “Esquemas Juveniles”, su debut, ese que se desliza pequeño por cuanto oído atento intente acercarse.

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